Bridget, una Strudel-Slayer con estilo propio
Querido diario:
La noche acabó convirtiéndose en día finalmente. Los poderosos hechizos de protección que nuestra nueva compañera MJ Gunsmith había colocado en el piso franco de Lavender Hill habían cumplido su cometido: ningún Strudel había entrado pero es que con los ronquidos que la Strudel-Slayer emitía a ver quién era el guapo que iba a atreverse...
Después de asearnos y de preparar nuestro equipo para dedicarnos única y exclusivamente al noble arte del vagabundeo turistil, nos tomamos un buen desayuno para recargarnos de energía. Los Choco-Trippies con leche ("tu desayuno es todo un viaje"), el té y los bollos nos animaron y dado que MJ tenía el día libre de sus quehaceres laborales tapaderiles en el Ojete de Londres nos iba a servir como guía en aquella ciudad que para mí ya era una completa desconocida ante los cambios que habían sucedido en ella desde que la pisara en el ahora lejano siglo XIX.
Tomamos de nuevo el tren en la estación de Clapham Junction hacia Waterloo y desde allí nos dimos una vuelta por Abbey Road, una calle muy famosa porque allí hay unos estudios discográficos en los que, entre otros, grabaron en la década de los añor 60 del siglo XX un grupo de melenudos de Liverpool llamados Los Cucarachos o Los Coleopteros o los Peloteros o algo así y se había convertido en lugar de peregrinación para cientos de miles de millones de forofos de su música. La pequeña valla blanca que rodeaba la casa de tres pisos que alberga los estudios había sido mancillada repetidas veces con las firmas y graffittis de toda esa marabunta humana borrega que quería dedicar sus saludos y sus sentimientos a un grupo ya desaparecido (aunque no sé si esto les haría mucha gracia a los señores que trabajaban allí dentro) Ya que estábamos allí y como dice el refrán "Cuando vayas a Roma actúa como un romano" también nosotros dejamos nuestros respectivos autógrafos aunque lo curioso fue ver que por allí había estado nuestro "amigo" Robin JB FistFucking un tiempo antes porque pudimos ver su firma en el muro.
Desde allí continuamos nuestro viaje y les propuse acercarnos hasta Baker Street, en donde vivía mi viejo amigo el detective Sherlock Holmes en un piso de soltero en compañía de un médico regordete y algo mayor y un ama de llaves solterona (vamos, que tenía toda la pinta de que era un pelín mariconcete el hombre). Al llegar allí me quedé de piedra porque en su casa ahora habían hecho un museo dedicado a su trabajo y a él mismo como personaje popular con decenas de películas, obras de teatro, programas de televisión y demás mercadería a su costa. Ya sabía yo que el tal Arthur Conan Doyle era muy pillo cuando le ofreció todo aquel dinero al doctor Watson por sus diarios... Casualmente en esa misma calle había también una tienda dedicada a los mismos cantantes de Liverpool antes citados y pudimos ver hasta dónde llega el consumismo en el corazón del Imperio Británico. En una cercana cafetería nos sentamos a degustar unas piezas de samosa con un café para mantener a ralla el gusanillo (o la boa constrictor) hasta la hora de comer.
Un aspecto me preocupaba mayormente de mi visita a Londres y era el saber que el Imperio había estado involucrado en varias guerras durante todo el pasado siglo XX y aún así había sobrevivido más o menos intacto, a pesar de la independencia que había decidido sabiamente dar a sus colonias con el paso de los años. MJ nos comentó que había un lugar allí en donde se podía ver perfectamente la evolución del arte de la guerra: el Imperial War Museum.
Hasta allí nos dirigimos y lo primero que nos llamó la atención fue el enorme cañón naval doble que adornaba la entrada del Museo y los cartuchos diseminado por allí. Comprobé hábilmente el mecanismo de disparo y me di cuenta de que aquel cañón podría ser utilizado sin muchas complicaciones aunque habría que usar un moneda de Libra Esterlina para cargarlo ("¿una Libra por disparar el cañón? ¡¡¡Esta gente está loca!!! Por ese dinero tiro yo los proyectiles a brazo..." oimos decir a un escocés allí cerca) También había un pedazo de algo llamado Muro de Berlín pintarrajeado y todo. Entramos dentro del Museo y lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de material bélico que había en el Hall: tanques, cañones, aviones, misiles, etc. que hicieron las delicias de todos los presentes. Había varias exposiciones dedicadas a los momentos más tenebrosos del Imperio Británico: las dedicadas a las guerras mundiales estaban en el piso de abajo y el museo del Holocausto en el piso de arriba. Decidimos ir primero al piso de abajo y pudimos comprobar todas las guerras en las que el Imperio Británico había estado involucrado durante el siglo XX (¡¡en todas!!, se apuntan a un bombardeo) siendo las más interesantes las secciones dedicadas a la 1ª Guerra Mundial con sus vitrinas llenas de cachivaches y uniformes de todos los que intervinieron en ellas, y un simulacro en vivo de las trincheras en donde tuvieron que combatir todos aquellos soldados entre el barro y los gases mostaza y ketchup... Allí nos encontramos con un grupo de estudiantes imberbes que gritaban y hacían el cafre, impidiendo que pudieramos concentrarnos en el paisaje desolado que teníamos por delante. Bridget sacó su genio de Strudel-Slayer y pateó unos cuantos traseros allí dentro mientras prolilferaba una serie de maldiciones que habrían hecho enrojecer al camionero más macho de toda Alabama. Solucionado el asunto continuamos por las exposiciones y llegamos a la dedicada a la 2ª Guerra Mundial, en la que con lágrimones en los ojos pude comprobar cómo el heroismo de los ciudadanos londinenses ante lo bombardeos incesantes de los aviones alemanes había sido uno de los factores que hizo que la guerra se decantara hacia el lado de los Aliados. Había también una breve referencia en el periodo de entreguerras sobre las actuaciones de soldados británicos en suelo español durante su Guerra Civil y me pareció ver incluso una foto de Hitler y su estado mayor en compañía de ¿Robin JB FistFucking? y otros 3 individuos más con gafas oscuras y enormes sonrisas... ¿Los Muermo-Boys en la Alemania Nazi? Conociendo a Robin, seguro que sí. Nos pasamos por la tienda del museo para ver qué cosas se comercializaban sobre los horrores de las guerras, y no nos defraudaron.
La gazuza comenzaba a hacernos frente así que decidimos irnos del museo, aunque nos quedaron cosillas por ver (como el museo del Holocausto) pero aún teníamos que comer y acercarnos hasta el lugar donde tendría lugar el concierto de esos galeses que Bridget quería conocer en sentido bíblico.
Tomamos un autobús que nos tenía que llevar hacia el Apollo Hammersmith, el teatro en donde tendría lugar el concierto esa tarde a las 19:30 horas. Ni que decir tiene que no contábamos con el tráfico que había a aquellas horas por Londres ya que tardamos más de una hora en llegar hasta la estación de autobuses de Hammersmith. Muertos de hambre comprobamos dónde estaba la zona del acontecimiento y cómo ya empezaba a haber un poco de gente a las 17 horas. Nos acercamos a un restaurante cutre turco cercano en donde nos pusimos como el quico a base de platos de patatas con salsas y kebabs de pollo y cordero. Uno de los camareros nos empezó a contar su vida y cómo le gustaba el futbol, al saber que tanto MJ como Bridget eran originarias de España empezó a comernos la oreja con la Liga española, el Real Madrid, el Barça y demás. La comida estuvo muy buena y el tipo nos amenizó un poco con sus comentarios y sus conocimientos enciclopédicos sobre el tema. Una vez hecha la digestión nos despedimos de MJ hasta esa noche y nos encaminamos hacia la cola para entrar en el concierto.
Los revendedores de entradas intentaban hacer su agosto por allí y en la cola pudimos comprobar cómo la juventud británica había perdido los valores: ellas iban con sus chaquetas de leopardo, sus plumas de marabú y sus coronitas de princesa y pintadas hasta el ojo del... Y ellos en algún caso también. Tuvimos que aguantar a un grupito de niñas pijas plastas delante nuestra durante casi dos horas hasta que entramos en el recinto finalmente. Nos situamos muy cerca del escenario y nos preparamos para la ocasión lo mejor que pudimos: Bridget se compró la camiseta de rigor para estar a tono mientras que yo sacaba mi camiseta monárquica con alusiones a la soberana del Imperio (Queen). La gente se iba colocando en su sitio (porque había una barra de bar allí dentro y la cerveza corría que daba gusto) y finalmente salileron los teloneros, un grupito de crios que nos mantuvieron de mala leche durante una hora, que fue el tiempo que estuvieron berreando las canciones de su disco.
Los operarios prepararon el escenario para que salieran los artistas que todos querían ver (bueno, yo también, lo reconozco...) y pudimos ver en directo cómo un par de babosos ingleses borrachos cercanos a la cuarentena intentaban ligar con todo bicho femenino que tenían cerca, incluida Bridget. Al preguntar si éramos italianos y contestar que españoles, una niña plasta que tenía al lado se giró y empezó a flipar porque ella también era española y había venido a propósito para ver a los Manic Street Preachers, que tenía la entrada para el día siguiente pero como había llegado pronto esa tarde había entrado a ver si los podía ver y lo había conseguido y bla,bla, bla. Menos mal que cuando salieron los artistas la tipa se calló, porque ya estaba preparado para azuzarle a Bridget con la excusa de que era otro tipo de Strudel camuflado...
Y salieron al escenario: James Dean Bradfield con una camiseta azul, Sean Moore sentadito en su batería y la loca de Nicky Wire con sus plumas y lentejuelas. Y la música se hizo magia, y luz y color, y sentimientos, y tristeza y buen rollo, con himnos generacionales, con canciones protesta, con grandes éxitos y sorpresas inesperadas. Durante casi hora y media nos desconectamos del mundo y fuimos Manics. Lo disfrutamos como enanos entre las piernas de Blancanieves, aunque durante buena parte del concierto tuve que ponerme las botas de agua ante las incesantes tormentas vaginales que iban emanando de Bridget, que estaba toda dionosíaca ante las miradas que James Dean Bradfield le dedicaba (o eso creía ella, porque yo juraría que me estaba mirando a mi...)
Salíamos exhaustos del teatro a las 23 horas y nos fuimos hacia la estación de autobuses mientras esquivabamos a los vendedores de merchandising ilegal que sacaban su top manta particular de camisetas, carteles y discos ("¡ay, que me los quitan de las manos!") En una pequeña cafetería compramos un par de bocadillos y un refresco y cenamos mientras esperábamos el bus que nos llevaría de nuevo hasta nuestro refugio en Lavender Hill. Por el camino tuvimos una emboscada por parte de un grupo de Strudels que querían hacernos cositas muy malas con nuestros cuerpos humanos, pero Bridget sacó su estaca de repetición del bolso y empezó a reventarlos uno a uno, de dos en dos, e incluso de cuatro en cuatro. Había trozos de Strudels por todo el autobús, pero salvamos a los pobres transeuntes de un destino peor que la misma muerte, oyes.
Casi media hora después llegábamos a la estación de Clapham Junction y regresábamos andando hasta la casa en donde nos esperaba ya MJ. Le enseñamos las afotos y video realizados en el concierto y ésta nos informó de que a la mañana siguiente llegaría por fin Nom'Tar y podríamos comenzar la operación de vuelta a Alicante, aunque hasta que no llegara y analizara la situación no sabíamos si podríamos salir de allí porque el cerco hacia nuestras personas por parte de los Strudels y sus aliados oscuros era muy estrecho y sería cuestión de tiempo hasta que nos descubrieran y atacaran dada nuestra inferioridad numérica...