Crónicas de un caballero británico victoriano viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo

Las entradas en el diario de Lord Edgar Rouen Crossbower y su peculiar punto de vista decimonónigo mientras salta de época en época buscando a sus amigüitos perdidos...

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Nacido en Londres en la primera mitad del siglo XIX, nuestro héroe formaría parte de los movimientos sociales más convulsos del Imperio Británico. Conocidas sus inclinaciones socialistas y marxistas y sus amistades con lo peor de los literatos finiseculares británicos, sería ésta la causa de que Herbert George Wells le propusiera que acabara probando su máquina de desplazamiento temporal que lo arrastró miles de años hacia el futuro, enfrentándose con los Morlocks y los políticos ultraderechones de siglos venideros. Después de destruir un universo acabaría como dueño y custodio de un nexo interdimensional viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo conocido como la TEMPRANIS. Junto a su amada y a sus animalillos, continúa sus peripecias allí donde el destino le lleve...

11.2.05

Blanca y radiante va la novia...

Guerido diariof:
Después de múltibles intentoss he gonseguido desfertarme de mi colocón etílico-pedorrense. Aunque la habitación sigue dándome vueltas y más vueltas y más vueltas y ¡¡¡rrrrauuulll!!!, vaya, ahí van los reftos de mi hígado..., guando consigo cerrar los ojos si casi estar de pie.
Tendré que pasarme los próximos días cuidando de mi deplorable estado de salud asín que de momento hoy voy a tomarme el día de relax para ponerme al día de los sucesos que han ido agaeciendo en el fundo fundial.
Al acergarme hasta el guiosco para comprar la última edición del periódicucho local no puedo dejar de percatarme de que en la mayoría de la prensa escrita de la mañana solo se habla de una cosa: la próxima boda del Príncipe Charles Windsor y la señora Camila Parker-Bowls.
Me he fuesto a investigar y en de que resulta que este tal Charles es el actual Príncipe de Gales, heredero al trono del Imperio Británico, y que ya estuvo casado hace años con una tal Lady Diana Spencer con la que tuvo dos retoños, William y Harry. Parece ser que la tal Diana falleció en cirgustancias poco claras mientras pendoneaba con un rico heredero egipcio en París y que Charles lleva media vida enamorado de la tal Camila, que se ha divorciado hace poco de su marido, y que de un tiempo a esta parte ha empezado a ser bien vista y considerada entre la alta sociedad y la realeza del Imperio. Todo el revuelo parece haber comenzado cuando la Santa Iglesia Anglicana ha permitido que se celebre el matrimonio entre el viudo Charles y la divorciada Camila...
Si es que en mis tiempos había más decencia, si la gran soberana su majestad imperial la Reina Victoria levantara la cabeza y viera el mundo tan material y superficial éste en el que me está tocando vivir, ¡seguro que se daba con la tapa del ataud en la cabeza y volvía al infierno de donde nunca debió de salir!
Y me voy a tomar otro lingotazo, porque me lo merezco.
Dios Salve a la Reina, o no...

8.2.05

Welcome to the Jungle...

Guerido diarrio:
Llevo un pedal que no me aguanto. Noto cada una de las células de mi hígado pidiéndo socorro ante el aluvión etílico al que las estoy sometiendo.
Este lugar es fantástigo. Está lleno de gente amable, de todos los ringones del fundo. ¡Y están todos forrachos! Además, hoy es el día fuerte: Mardi Gras y dessde las 8 de la mañana estamos de cabalgata en cabalgata, bebiendo y fumando, esto es vida...
Llevo tantos collares de cuentas en el cuello que ya no sé ni dónde empieza uno ni acaba el siguiente (esfero no engancharme en alguna farola y ahorcarme con ellos) y estamos jugando a un juego muy divertido que consiste en lanzarles collares y bolitas de colores a las jóvenes mozas de por aquí, las cuales nos enseñan sus atributos mamarios como recompensa a nuestra generosidad.
¡Madre, cuanta pechuga!
En fin, que me voy a pegar otro pelotazo, que veo que poco a poco voy regobrando la lucidez y esgribo con menos faltas de ortografía.
Ale, a casgarla todofs.

6.2.05

Carnival of Souls

Querido diario:
Las lluvias tormentosas de anoche me han dejado un agradable sabor de boca (es lo que tiene cuando estás tomándote un whisky justo debajo de un canalón y la lluvia salpica)
Hoy ha amanecido un poco nublado, pero las buenas noticias no se hicieron esperar: he recibido por fin las piezas de repuesto que necesitaba para reparar mi máquina de desplazamiento temporal.
Después de tomar un opulento desayuno compuesto por un tazón de Choco-Trippies ("tu desayuno es todo un viaje") y su correspondiente Bloody Mary post-fin-de-semana-alcoholizado, me he puesto manos a la obra. He desmontado buena parte del condensador de fluzo y las tres válvulas del selenoide tricoaxial (made in China, of course) para poder acceder a la junta de la trócola que tenía que sustituir por la nueva. La verdad es que ha sido muy rápida la reparación y en media hora ya estaba sentado dentro de mi máquina de desplazamiento temporal haciendo las debidas comprobaciones para regresar a mi tiempo de origen en el bendido siglo XIX.
Pero parece que el Destino me ha querido jugar una nueva mala pasada y en cuanto he conectado la palanca de "Reverse" para comenzar mi viaje atrás en el tiempo ¡¡zas, otra vez el puñetero agujero de gusano!! Y eso que he respetado el Stop temporal que tenía delante para que no me diera ningún otro vehículo temporal al incorporarme a la autopista del tiempo. Pues nada, que el fucking wormhole de las narices me ha vuelto a embestir, sacandome de la corriente temporal y desplazándome hasta otro lugar...
Cuando he podido salir del vehículo temporal me encontraba en una enorme avenida repleta de cientos de personas vestidas con sus mejores galas (si es que se les puede llamar así), con centenares de collares de colores y vasos de plástico a rebosar de alcohol, moviendose cuales almas en pena al ritmo de una música chillona de trompetas y saxofones.
He podido preguntar a un tipo enorme (era más fácil saltarlo que rodearlo) vestido con un tutú rosa, una diadema con estrellitas y una varita mágica, el cual en un perfecto inglés de Albatera me ha eructado que estábamos en mitad de Bourbon Street, en Nueva Orleans, y a solo dos días del Mardi Grass...
Y aquí estoy ahora, atrapado en mitad de una fiesta carnavalesca, en una ciudad sureña de los Estados Unidos de Norteamérica del Norte, y sin saber cómo salir de aquí.
Empiezo a pensar que aquí hay gato encerrado, porque salgo de la sarten para caerme en el fuego...

5.2.05

El día después... ¡¡el Efecto continúa!!

Querido diario:
Todavía siento los retortijones en mi pobre barriguita. Mis visitas al excusado han ido disminuyendo en su volumen y cantidad, es algo que nunca creía que mi organismo podría experimentar. ¡¡No puedo esperar a repetir la experiencia!! Lo próximo será probar el doble Whopper con queso y bacon... Veremos qué tal es el Efecto multiplicado por dos.
Por otro lado, el día de hoy ha salido un pelín nublado y eso me trae la añoranza de mi querida Londres y su grisáceo cielo.
Por lo que las gentes locales me dicen ya se ha dado el pistoletazo de salida para el referéndum sobre la Constitución Europea: ¿referendum? ¿constitución? ¿europea? La verdad es que todo esto me suena un poco a chino pero debe ser algo muy importante por el trato mediático que están sufriendo en todos los medios escritos y audiovisuales. Aunque también se está dando importancia a un tal Gran Hermano VIP2 y a una Aventura en África y no acabo yo de cogerles el tranquillo, no.
Para rematar, esta noche es la fieta de Carnaval, y buena parte de la ciudad se dirigirá hacia la Rambla para acabar revuelta y alcoholizada sin remedio. Y yo estaré por allí para comprobar in situ cómo se lo pasan de bien los ciudadanos de esta Alicante.
En fin, querido diario, a ver si recibo pronto las piezas de repuesto y me puedo ir de aquí cuanto antes.

4.2.05

La hora de llenar la barriga

Querido diario:
No entiendo cómo las personas que habitan esta ciudad en este tiempo pueden aguantar en sus estómagos los desastres culinarios con los que se nutren.
Después de ver en esa extraña caja llena de voces e imágenes inconexas llamada receptor de ondas herzianas o televisor un documento sonoro-visual de corta duración sobre un camión que pasaba delante de una granja llena de gallinas y de vacas y que anunciaba unas porciones de carne frita o asada de sus respectivos animales, con el resquemor de los aludidos y las burlas de los contrarios, y cuyos establecimientos llevan el muy monárquico nombre de "Rey de Burgos" (o Burger King en el dulce idioma de Shakespeare), decidí acercarme a probar dichas viandas en mi vacío y quejumbroso estómago.
La verdad es que me pasé buena parte del día con leves retortijones producidos por el hambre mientras preparaba mi máquina de desplazamiento temporal averiada para que funcionara como uno de esos horrendos vehículos de tracción mecánica contaminante que inundan esta ciudad. Una vez acabadas las modificaciones me dirigí hacia uno de esos "restaurantes de comida rápida" que estaban preparados para atender desde el mismo auto sin tener que bajar...
Pasé por la rampa y me paré delante de un enorme cartel que anunciaba todas las viandas que vendían ese día, con sus correspondientes precios en euros (moneda extraña incluso para los habitantes de este siglo, que aún no se aclaran con ella y siempre están refiriendose a algo llamado pesetas cuando hacen alguna compra grande) De repente una voz quejumbrosa y nasal empezó a hablarme y yo no veía a nadie por allí... Curioso y atemorizado (¿me habría seguido en mi viaje temporal el cafre de Hawley Griffin, el llamado "hombre invisible" de mi época?) seguí observando alrededor y descubrí que esa voz venía de una pared llena de agujeritos que vibraba al salir sonidos. Decidí contestar cortesmente. Me volvieron a decir que qué era lo que quería, miré el cartel y me decanté por un menú frugal compuesto por un Whopper, un Crispy Chicken, aros de cebolla, una ensalada de pollo crujiente y un vaso grande de refresco de cola, todo ello "para llevar". Me indicaron que todo era 10,80 Euros y que pasara hasta la caja, cosa que hice inmediatamente. La única cosa que es cierta es que fueron muy rápidos, tanto al cobrarme (lo hizo un joven tocado con una ridícula visera azul oscura que ocultaba un poco toda la grasa que rezumaban sus poros repletitos de pus y acné) como al entregarme en unas bolsas de papel estraza los alimentos pedidos. Me despedí con un "Dios Salve al Rey" que hizo que me miraran de manera estrepitosamente rara y volví a mi humilde pensión.
Hay que decir que los sabores son cuanto menos peculiares, y que incluso la verdura parece verdura, pero ya lo de la carne y el pollo... Ay, querido diario, eso ya es más de ciencia-ficción. Lo malo fue que durante toda la pasada noche he ido experimentando lo que solo he podido bautizar como "Efecto Whopper", que se ha traducido en una visita muy urgente al excusado para sacar de manera furibunda y ruidosa (y muy olorosa) toda aquella "comida" de mi organismo.
Eso sí, como purgante, es mano de santo.
Seguiré anotando mi estado corporal a medida que pasen las horas ya que creo que, en secreto, estos alimentos están preparados para fortalecer los organismos de estos ciudadanos frente a amenazas externas o son un método de destrucción secreto y masivo frente a los despojos de la sociedad que amenazan los intereses del capital... Ahí queda eso.

3.2.05

Y con estas letras mi viaje comienza...

Querido diario:
Nunca creí que diría esto pero ya estaba un pelín harto de tantas sacudidas.
Una vez que me despedí de mi querida Weena en el lejano año 802.701 me senté en la máquina de desplazamiento temporal y le di a la llave de contacto. Arrancó a la segunda (es que la tenía que llevar a pasar la Inspección Técnica Vehicular Temporal por los 10.000.000 años que habíamos hecho ese mismo mes y no encontraba nunca tiempo para hacerlo) y una vez que desplacé la barra de control hacia la posición de "Reverse", y poniendo los intermitentes para señalizar la operación de incorporación al tráfico temporal, nos pusimos en marcha.
Todo parecía ir bien cuando así, como quien no quiere la cosa, empiezo a tener baches en el camino, miro por el espejo retrovisor y veo a un camión temporal de esos de cinco ejes haciéndome las luces largas.
Con toda mi flema británica le enseño los dos deditos y me vuelvo al carril de la derecha para que pase la mala bestia ésta. Pero su estela temporal me ensucia el parabrisas y debo dar un volantazo para evitar comerme una farola temporal y ¡¡zas!! dentro de un agujero de gusano. Pongo las luces de posición y ni flowers de donde estoy. Sigo avanzando (bueno, retrocediendo, que iba hacia atrás en el tiempo) y noto un par de sacudidas, miro el cuadro de mandos y se me enciende el piloto de la batería y el del aceite a la vez... Fuck!
Pongo las luces de emergencia, aminoro y me materializo en mitad de una ancha calle en la que veo un enorme edificio en el que unas letras amarillas dicen FNAC Bulevar. Con mucho cuidado salgo del vehículo temporal y pago 1 euro y medio en el dispensador de vigilancia de linea azul (que no quiero que se me lo lleve la grua) y comienzo a investigar. Después de muchos intentos resulta que no solo no estoy en Londres sino que ni siquiera estoy en el año en el que debería estar. Parece ser, por lo que pude entender a un pobre vagabundo licenciado en derecho que me encontré saliendo de una oficina de desempleo cercana, que estoy atrapado en Alicante, una ciudad costera de España y que estamos en el año 2005 (sí, me hicieron la coña de: "¡¡por el culo te la hinco!!")
Con mis conocimientos técnicos, verborrea y mi sapiencia he conseguido una habitación por un par de euros al día en una casa llena de encantadoras señoritas de diversas nacionalidades y étnias que no paran de tocar a mi puerta para ver si necesitan que me hagan algún "favor"...
Ahora estoy escribiendo este diario en un local repleto de jóvenes imberbes con graves problemas de acné y de higiene personal que se pasan las horas muertas delante de una de estas extrañas pantallas mientras con sus manos en el teclado escuchan ruidos repetitivos y gritan: "ey, nen".
En fin, si sobrevivo a esta experiencia volveré por aquí para escribir más mientras espero que me llegue por correo temporal la junta de la trócola que he pedido para reparar mi máquina de desplazamiento temporal.