Crónicas de un caballero británico victoriano viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo

Las entradas en el diario de Lord Edgar Rouen Crossbower y su peculiar punto de vista decimonónigo mientras salta de época en época buscando a sus amigüitos perdidos...

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Nacido en Londres en la primera mitad del siglo XIX, nuestro héroe formaría parte de los movimientos sociales más convulsos del Imperio Británico. Conocidas sus inclinaciones socialistas y marxistas y sus amistades con lo peor de los literatos finiseculares británicos, sería ésta la causa de que Herbert George Wells le propusiera que acabara probando su máquina de desplazamiento temporal que lo arrastró miles de años hacia el futuro, enfrentándose con los Morlocks y los políticos ultraderechones de siglos venideros. Después de destruir un universo acabaría como dueño y custodio de un nexo interdimensional viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo conocido como la TEMPRANIS. Junto a su amada y a sus animalillos, continúa sus peripecias allí donde el destino le lleve...

19.4.05

Londres día 3: llega la caballería


Nom'Tar vuela por placer...

Querido diario:
Exhaustos y sonrientes el nuevo día se nos presentaba como una odisea antes nuestros cansados ojos. MJ nos había dejado allí, resguardados, mientras salía a buscar información y a cumplir con su trabajo de tapadera en el Ojete de Londres. Desayunamos con ansia y nos arreglamos ante la esperanza de que tal vez pudiéramos salir ese mismo día de Londres aunque no las teníamos todas con nosotros. A eso de las 10 de la mañana sonó el teléfono en el piso franco de Lavender Hill y desde el contestador escuchamos la varonil voz de Nom'Tar, el cual nos indicaba que cogiéramos el auricular de una puñetera vez para hablar con nosotros. Con cuidado hice caso de su advertencia y éste me comentó que había llegado a Londres pero que estaba intentando quitarse de encima a una pareja de ghouls de Strudel (los sirvientes semi-humanos de los Strudels, que pueden andar libremente a la luz del día sin sufrir daños letales a su persona física) para que no localizaran nuestra situación actual. Con suma precisión, calculó que en unos 40 minutos se abría librado de ellos y que estaría en el piso franco para intentar sacarnos de la ciudad. Bendita puntualidad británica: 39 minutos y 57 segundos más tarde la puerta del piso franco se abría y veíamos en el umbral a un enorme hombretón vestido de azafato pero de esos de película guay o de anuncio del Corte Inglés de Emidio Tucci (¡ríete tú del Silvester Stallone o del Andy García, mamarrachas!) Su aura de poder era considerablemente elevada, mi tricorder echaba humo en su presencia, al igual que era considerable el bulto de su pantalón...
Bridget se acercó hasta él y sin más preámbulos le interrogó sobre lo que MJ Gunsmith nos había contado acerca de su persona: si era cierto que él era un avatar del mismísimo Dios Falo, símbolo de la fertilidad celta, a lo que él respondió bajándose la cremallera: "¡Tú lo has dicho, nenita!" y Bridget contestó con el rubor en sus mejillas: "¡Que no, que no, que soy mocita...!"
Corrido este estúpido velo ante las presentaciones y aclarada la situación de nuestras identidades, Nom'Tar nos dijo que la cosita estaba muy mala, que los ghouls de Strudels controlaban todas las salidas de la ciudad y los principales aeropuertos durante el día y que por la noche las partidas de guerra Strudel se atrincheraban en los barrios periféricos de Londres deteniendo y devorando a todo aquél que se consideraba sospechoso de tener algo que ver con nosotros. Mientras habíamos estado esperándole yo había estado repasando la enorme biblioteca arcana que nuestra eficiente vigilante MJ tenía dispuesta debajo de la cama y en uno de esos libros arcaicos se hablaba de un artefacto de poder ante el cual los Strudels y sus sirvientes no podían hacer nada: la espada del caminate celeste. Tan solo se decía que un vigilante había encontrado una referencia acerca de la ubicación de dicha espada en un antiquísimo pergamino que se encontraba guardado entre las obras completas de William Shakespeare en el Teatro The Globe. Viendo que tal vez ese fuera nuestro billete de salida, preparamos nuestras mochilitas, el calzado cómodo y el chandal de combate y nos dirigimos hacia la estación de Saint Paul's Church.
Esquivamos a duras penas a un grupo de ghoules de Strudel y salimos en Trafalgar Square donde nos tuvimos que batir contra tres de esas criaturas en uno de los andenes del metro, pero los veloces rodillazos cataplineros de Bridget unidos a los golpes fálicos de Nom'Tar resolvieron la lid a nuestro favor. Una fuerte granizada que duró unos escasos dos minutos nos obligó a refugiarnos en el National Gallery en donde vimos que había una exposición de Caravaggio pero que como teníamos algo de prisa dejamos a un lado, intentamos entrar en Saint Martin of the Fields pero había en ese momento un concierto y nos quedamos con las ganas. Al ver que no parecía que nos siguieran, regresamos al metro hacia nuestro destino inicial.
En la estación de metro de Saint Paul's Church pude degustar de una estupenda samosa de cordero (¡ñam, samossssaaaaa...!) y atravesamos a pie el gran avance de la tecnología del siglo XXI: el puente del Millenium, que nos permitió pasar a pie cómodamente sobre el Támesis y nos dejó casi inmediatamente en las mismas puertas del Teatro The Globe. Nos hicimos pasar por estudiantes para entrar y después de mucho buscar, lo único que encontramos fue un viejo pergamino medio quemado en la sección de recuerdos del museo del teatro que comentaba que la Espada del caminante celeste estuvo en posesión del alcaide de la Prisión The Clink durante el siglo XVI. Consultamos nuestros mapas y enseguida dimos con la dirección de la antiquísima prisión, de las primeras y de cuyo nombre tomarían todas las demás su denominación en inglés. Como estábamos cerquita seguimos andando hasta que encontramos un cartel bien grande que indicaba dónde estaba la antigua prisión, hoy reconvertida en un museo. Abonamos la entrada a un regordete y sonrosado encargado y nos adentramos en sus tétricos muros. Los aparatos de tortura se alineaban ante nuestro avance y la historia nos envolvía con cada paso que dábamos. Encontramos incluso el tocón de madera en donde los nobles eran ajusticiados con un enorme hacha cuando se portaban mal. El erudito regordete resultó ser un agente del consejo de los Vigilantes y amablamente nos estuvo comentando todo lo que sabía hasta la fecha de la espada del caminante celestial: un arma de gran poder, revestida de oscuros poderes pero que en las manos de un campeón (o una Strudel-Slayer) rechazaría al Strudel más poderoso. Por desgracia la pista de la espada dentro de los muros de The Clink desaparecía a mediados de la séptima década del siglo XX. Sin tener nada claro y viendo ya las horas que eran seguimos andando por los márgenes del río en dirección al Ojete de Londres para echarnos algo entre pecho espalda y esperar a que fueran las 17 horas para recoger a MJ.
Comimos en un restaurante (por llamarlo de alguna forma) de comida rápida norteamericana de América del Norte, aunque tenía un nombre muy escocés, MacDonald's (pronunciese "Mardónar", al igual que se debe pronunciar "Burriquín" los restaurantes de la cadena del Rey de Burgos) Una hamburguesa de carne rancia con verdura seca y pan tieso, unas patatas sumergidas en aceite de coche usado y una bebida carbónica insípida fueron nuestras viandas. Pero a la hora de llegar al postre Nom'Tar comenzó a maldecir ya que el helado más sabroso de la carta estaba agotado. Nos pasamos por las oficinas del Ojete de Londres para pedir consejo y ayuda a MJ y ésta nos dijo que debíamos acercarnos a la cercana estación de Waterloo en donde había otro sitio de estos. Hacia allí fuimos raudos y nos metimos entre pecho y espalda un pedazo de helado McFlurry que te cagas en las bragas...
Finalmente recogimos a MJ y viendo que no teníamos ninguna pista de dónde seguir nuestra búsqueda de la espada del caminante celeste nos recomendó que fuéramos a una tienda cercana en donde tal vez pudiéramos encontrar algo de información. Era un lugar en donde buena parte de las criaturas ávidas de emociones se reunían, el templo de los frikkitones por excelencia, el paraíso de los fans: Forbidden Planet. Nuestras mandíbulas se cayeron al suelo con gran estrépito al ver la cantidad de cosas que había allí entre estanterías y vitrinas de cristal blindado: la Mano del Destino, el Perrito Piloto, La Nancy Yonky, las memorias de JoseMari Ansar firmadas y dedicadas por su amigo Yorch Bus,... MJ y Nom'Tar preguntaron e investigaron e incluso un hombrecillo pequeño nos dijo que tal vez lo que buscábamos estaba en una humilde juguetería muy cerca de Clapham Junction. Viendo que tal vez lo que buscáramos estaba más cerca de lo que nunca nos habríamos imaginado y siendo ya casi las 20 horas y cerrando la mayoría de los comercios, decidimos movernos y buscar un lugar donde cenar ya que parecía muy poco probable que ese día pudíeramos escapar de Londres.
Cogimos un autobús y nos dirigimos hacia Lavender Hill en donde MJ y Nom'Tar nos llevaron a KHAN, un hindú la mar de majo. Nos cogieron los abrigos, nos pusieron las servilletas en el gaznate y nos trajeron viandas de lo más exótico y de lo más picante también. Recordé muy bien mi servicio militar en la India, porque mi pobre estómago se enfrentó a un plato de cordero que bien podría haber sido bautizado como la Orgía de Khan, por el destrozo que me dejó en la almorrana...
Bien cenados subimos al piso franco y nos preparamos para lo que podría ser nuestro último día en Londres si era cierto lo que nos habían comunicado. ¿Lo sería? Chan chan.
No se pierdan el próximo bat-episodio, a la misma bat-hora, por el mismo bat-canal.