Crónicas de un caballero británico victoriano viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo

Las entradas en el diario de Lord Edgar Rouen Crossbower y su peculiar punto de vista decimonónigo mientras salta de época en época buscando a sus amigüitos perdidos...

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Nacido en Londres en la primera mitad del siglo XIX, nuestro héroe formaría parte de los movimientos sociales más convulsos del Imperio Británico. Conocidas sus inclinaciones socialistas y marxistas y sus amistades con lo peor de los literatos finiseculares británicos, sería ésta la causa de que Herbert George Wells le propusiera que acabara probando su máquina de desplazamiento temporal que lo arrastró miles de años hacia el futuro, enfrentándose con los Morlocks y los políticos ultraderechones de siglos venideros. Después de destruir un universo acabaría como dueño y custodio de un nexo interdimensional viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo conocido como la TEMPRANIS. Junto a su amada y a sus animalillos, continúa sus peripecias allí donde el destino le lleve...

23.3.06

La bruja novata

Querido diario:
Conecté los sistemas de navegación de la TEMPRANIS usando las coordenadas que nos mandaban los sensores espacio-temporales que registraban aún las señales de la TPS que todavía llevaba en su cuerpo Pak-Uitoh, el Monicaco Pródigo. Sus captores, los Mortífagos que le habían apresado, se lo habían llevado a la estación de tren de King's Cross y hasta allí nos dirigiríamos. Accioné los mandos con cuidado y la nave comenzó a desvanecerse lentamente. La verdad es que aquel tipo de viaje en el tiempo y el espacio era mucho más suave y cómodo que las veces en las que me tocaba atravesar con saltos y sacudidas incontrolables e impredecibles la vasta red de agujeros de gusano con la vieja máquina de desplazamiento temporal que me había prestado mi viejo amigo H. G. Wells, pero claro aquella tecnología del siglo XIX no se podía ni acercar a la que gastaba la TEMPRANIS (como un huevo a una castaña).
Tan fácil y suavemente como nos fuímos llegamos a las inmediaciones de King's Cross. Usé los sensores de proximidad para ver el exterior y no encontré rastro de los Mortífagos cerca de nuestro punto de materialización. Comprobé que el camuflaje exterior de la TEMPRANIS seguía atascado en la forma de una cabina azul de policía metropolitana inglesa de mediados del siglo XX, por lo que no desentonaba tanto con el resto del paisaje. La fachada de ladrillo rojizo de la estación había sufrido bastastes daños con los recientes bombardeos pero aún parecía ser lo suficientemente segura como para poder andar por allí sin sufrir daños por derrumbes de muros y techos. Cogí un tricorder para escanear la frecuencia del TPS que llevaba Pak-Uitoh en su persona y Clark(ito) sacó músculo (con esto me indicaba que estaba listo para salir de aventura).
Abrimos la puerta exterior y miramos con cuidado a uno y otro lado. No había nadie por allí. La pantalla del tricorder me indicaba un plano de la estación y una señal algo débil del TPS que debíamos seguir. Avanzamos en silencio hacia los andenes abandonados hasta que llegamos al andén 9, cuando el tricorder comenzó a detectar la presencia de varias formas de vida que ya habíamos identificado antes: los Mortífagos. La señal del TPS del Monicaco Pródigo aparecía y desaparecía de mi pantalla pero también parecía provenir de aquel andén. Bajamos las escaleras de metal y nos encontramos en un andén de ladrillo y un numeroso grupo de Mortífagos que estaban usando aquellas varitas que llevaban para crear lo que parecía ser una ruptura en el contínuo espacio-tiempo, es decir, un portal transdimensional, una puerta hacia otro lugar y seguramente hacia otro tiempo. Avanzamos hacia ellos todo lo rápido que pudimos pero llegamos demasiado tarde, los raptores y su presa atravesaban aquella entrada y nos dejaban con un buen palmo de narices porque alguien salió de improviso de lo que parecía una pared sólida y tropezamos, cayendo al suelo e impidiendonos que alcanzáramos y rescatáramos a Pak-Uitoh.
Cuando nos conseguimos levantar pudimos ver que lo que nos había atropellado era una chica, vestida con una especie de chaqueta rojiza con una bufanda multicolor al cuello y un gorro de lana con la Union Jack dando todo el cante. Le ayudamos a levantarse y me fijé en el emblema que tenía cosido en su chaqueta: era un escudo en el que ponia JOGUARS y había debajo un león, una serpiente, un águila y un hurón. Clark(ito) se percató que de uno de sus bolsillos sobresalía el mango de lo que parecía ser una de aquellas varitas. Nos presentamos y le preguntamos sin más dilación si tenía algo que ver con los Mortífagos que acababan de huir. Dijo que se llamaba MacArralu, que era una estudiante de 7º año en el Colegio de Artes Mágicas de JOGUARS, perteneciente a la antiquísima Orden del Herpes. Llevaba una varita porque con ella los magos y brujas podían enfocar sus hechizos y su magia espontánea. Sobre los Mortífagos nos dijo que eran un grupo de fanáticos magos que servían a un archimago muy malo llamado Lord Condemor pero este tipo había sido derrotado y ahora se le creía vagar por los páramos solo en esencia espiritual al haber sido su cuerpo destruido en una batalla. Que estuvieran allí era una mala señal ya que no había pistas de ellos desde hacía varios años, pero estar en el pasado era un lugar estupendo para esconderse del Ministerio de Magia y de los Aurones (la policía secreta de los magos). Clark(ito) no se enteraba de nada y a mí me costaba pillar lo que decía esta chica, aún así le comentamos que éramos un par de viajeros en el tiempo y que habíamos acabado allí casi por casualidad y que también por azar habíamos encontrado a uno de mis compañeros desaparecidos pero que había sido raptado por los Mortífagos éstos. Ella dijo estar también familiarizada con el viaje en el tiempo ya que estaba haciendo un trabajo sobre Historia Muggle y había usado su Giratiempo (un amuleto redondo que colgaba de una cadena dorada) para viajar desde la primera década del siglo XXI hasta los años '40 del siglo XX. Había aparecido de repente porque venía del andén 9 y 3/4 en donde estaba el Nespreso de Joguarts, el medio de locomoción para ir desde Londres hasta la Escuela de magia. Le indicamos nuestra intención de ir en auxilio de Pak-Uitoh y MacArralu dijo estar dispuesta a acompañarnos ya que la amenaza de los Mortífagos y de Lord Condemor podía ser algo muy serio.
Nos acompañó hasta la entrada de la estación, donde teníamos aparcada la TEMPRANIS. Una vez dentro Clark(ito) y un servidor nos pusimos a analizar con los sensores de navegación el posible destino del Monicaco Pródigo. Por suerte las lecturas del tricorder nos dieron una buena pista y en seguida dimos con las coordenadas: la Torre de Londres el 24 de marzo de 2006. Preparamos la nave y saltamos hacia nuestro destino, pero al llegar alguien nos estaba esperando...

22.3.06

El Doctor, supongo...

Querido diario:
Llegamos volando hasta la estación de metro de Earl's Court esquivando los proyectiles y alguna bomba que otra que los aviones alemanes seguían arrojando sobre aquella parte de Londres (tal y como seguirían haciéndolo aún 3 años más) Aterrizamos de una pieza gracias a la pericia de Clark(ito) Kent de Todos los Santos y nos pusimos a buscar entre los alrededores algún rastro de aquella extraña cabina azul que tenía en mi mente dibujada desde que había llegado hasta aquella época.
En efecto, allí estaba una cabina de policía metropolitana de color azul justo en la entrada de la estación de metro. Nos acercamos con mucho cuidado pero unos sonidos provenientes del sur nos hicieron darnos la vuelta. Un hombre de cabellos largos, barba en forma de chivo, gafas, 3 pendietes en una oreja, vestido con un pantalón marrón, y con una camisa algo descolorida corría como alma que llevaba el demonio hacia la cabina. Yo ya había visto a aquel individuo antes. Se trataba de Pak-Uitoh, el Monicaco Pródigo. Si hubiera tenido acceso a algún sensor espacio-temporal tal vez podría haber recibido la señal del TPS que inoculé a mis compañeros (y enemigos, porque en aquel momento aún lo era) poco antes de destruir el universo. Pero ahora solo me podía fiar de mis ojos y de mis recuerdos. El Monicaco Pródigo estaba siendo perseguido por unos extraños seres de apariencia humanoide, con capas negras y extrañas máscaras que simulaban una calavera. Se acercó hasta nosotros y empezó a rebuscar entre sus bolsillos mientras no paraba de mirar hacia aquellas criaturas que empuñaban antorchas y lo que tan solo podrían ser varitas mágicas si estuviera bajo los influjos de alguna droga psicotrópica y estuviera experimentando un viaje malo y chungo como pocos. Uno de aquellos tipos usó ese artefacto-varita para inmovilizar al Monicaco Pródigo y los demás se fueron acercando agitando sus antorchas con rabia. Clark(ito) intentó apartar a aquellos seres del indefenso Pak-Uitoh pero se lo quitaron de encima con un par de descargas rojizas de sus "varitas". Me acerqué todo lo que pude a la puerta de la cabina azul y me di cuenta de que estaba abierta... Me colé dentro y pude comprobar que era más grande de lo que parecía ser por fuera. Allí dentro cabía casi un estadio de júrgol y sin embargo por fuera no era más grande que una cabina de teléfonos. Me acerqué a lo que sin duda era el puente de mando de una enorme nave estelar. La consola principal ocupaba el centro de la sala y era hexagonal. Sin duda aquel vehículo estaba preparado para poder ser pilotado por una sola persona llegado el caso. Los mandos de control eran una mezcla inaudita de palancas, botones, reguladores y pantallas táctiles. Los proyectores holográficos se mezclaban con los teclados alfanuméricos. Había una luz que parpadeaba con haces rojizos en una de las pantallas y por puro instinto la activé. Ante mí se presentó la figura semitransparente de un hombre. Era delgado, con entradas y orejas de soplillo. También tenía una buena nariz, me sonreía aunque en sus ojos se notaba que había vivido muchas alegrías y penas. Su voz resonó en Dolby Digital 6.1 DTS y THX II a la vez (se notaba que allí había presupuesto) y me dijo que él era el Doctor, el último de los Señores del Tiempo y que su plazo de existencia había ya llegado a su fin. Después de 900 años dejaba el testigo a otro nuevo tripulante de aquella nave espacio-temporal. Aunque otros habían entrado y habían intentado activar y usar la TARDIS, como él la llamaba, tan solo yo había conseguido activar aquel mensaje final. Agradecía al joven kriptoniano que le hubiera mandado hasta allí, porque ahora yo, otro viajero espacio-temporal tendría la oportunidad de continuar con su legado de viajar por distintas épocas y realidades. Me comentó que la nave originalmente tenía la capacidad de adaptar su aspecto exterior al entorno en el que se materializaba pero un fallo en sus matrices holográficas la había dejado anclado en aquella forma desde hacía más de 40 años atrás. Si tenía tiempo o conocía a alguien que pudiera arreglarla, seguro que me serviría de gran ayuda. Ponía a mi disposición todos los bancos de memoria de la TARDIS a la que desde ese momento me entregaba como su nuevo propietario y capitán. Se despidió de mí con una sonrisa y la nave pareció volver a resucitar. Todos los sistemas se pusieron en marcha y las pantallas holográficas me mostraban el exterior. Los tipos aquéllos vestidos de negro con antorchas y máscaras de calaveras habían escapado llevándose consigo al Monicaco Pródigo. Clark(ito) se estaba despertando en aquel preciso momento.
Salí de la cabina y me presenté ante el muchacho. Nos metimos de nuevo hacia dentro y empecé a pedir a la TEMPRANIS (como la había rebautizado yo) un análisis de quiénes eran aquellos tipos. Las referencias sobre aquellos mamarrachos indicaban que eran un grupo de practicantes de magia negra, seguidores de un conocido mago oscuro llamado Lord Condemort, y eran conocidoso como los Mortífagos.
¿Qué querrían estos tipos del Monicaco Pródigo? Clark(ito) me sugirió que usara los sistemas de la nave para detectar la presencia de aquellos seres en Londres y le hice caso. Los sensores de la TEMPRANIS me dirigieron hacia la estación de tren de King's Cross. Para estar totalmente seguro usé también los cronosensores en la frecuencia del TPS que llevaba Pak-Uitoh y también concordaban con los primeros. Haciendo chasquear los nudiños ordené a la TEMPRANIS que se pusiera en marcha y saltáramos hacia las coordenadas de la estación de King's Cross. ¿Conseguiríamos rescatar a Pak-Uitoh de aquellos Mortífagos?

21.3.06

Londres, 1941

Querido diario:
Atravesamos el extraño portal creado por la patada de Clark Kent de Todos los Santos. Nuestros sentidos se vieron asaltados por luces cegadoras, sonidos estridentes, sensación de mareo, ganitas de vomitar y cagaleras de la muerte (vamos, que prefería mi manera de moverme a través del Contínuo Espacio-Tiempo a ésta) Cuando recobramos el control sobre todos nuestros esfínteres pudimos comprobar que habíamos llegado a nuestro destino: Londres, la capital del Imperio Británico. Usé mi relojo de bolsillo para calcular la época exacta a la que nos habíamos transportado buscando a "el Doctor" y para mi sorpresa estábamos en los peores días de la IIª Guerra Mundial, cuando los bombardeos nazis en la capital eran más intensos.
Clarkito se encargó de quitar de en medio un montón de escombros del camino y las sirenas se oían desde varias zonas. Miramos hacia arriba y pudimos comprobar cómo las luces de las torretas antiaéreas situadas en los márgenes del Támesis apuntaban hacia los cielos y entre el humo vimos cómo la cúpula de la Catedral de San Pablo permanecía aún intacta.
Vimos cómo los cuerpos de bomberos intentaban sofocar los incendios que se desataban a nuestro alrededor. Clarkito incluso paró una de las bombas que se nos caían encima y se la devolvió a los aviones alemanes que zumbaban como enormes moscardones. Una imagen se nos había colado en la mente, sin duda gracias a los poderes de los Muermo Boys que nos habían enviado hasta allí. Esta sensación me hacía buscar una especie de cabina azul...
Buscamos por aquellas calles y por el margen del río sin encontrar nada parecido. Entramos en un pub que aún mantenía abiertas sus puertas a pesar de todo lo que estaba ocurriendo. Los parroquianos estaban sucios, algunos cubiertos de hollín y sangre seca. Nos acercamos al camarero, un tipo gordo con enormes patillas pelirrojas y le pedimos un par de pintas de Guinnes y unos cacahueses. Clarkito usó su superoído y su supervisión para intentar localizar álgún rastro de nuestro pobre Doctor. Intentamos sonsacar algo de información a los clientes que estaban sentados en la barra y tan solo nos dijeron que habían visto un extraño objeto azul como el que les habíamos descrito en una de las entradas a la estación de metro en Earl's Court hacía un par de días atrás. Pagamos por nuestra consumición y salimos rápidamente.
Nos dirigimos ráudos y veloces hacia aquella zona, aunque esto nos supondría atravesar media ciudad desde el punto en el que nos encontrábamos actualmente. Clarkito me cogió en brazos como si fuera un saco de patatas y dando uno de sus saltos comenzamos a volar hacia allí. Por el camino pudimos ver cómo un carruaje negro había pinchado y nos acercamos a socorrer a los viajeros. Clarkito levantó el coche como si nada y los dos guardias que estaban allí mismo se encargaron de colocar la rueda de nuevo. El pasajero de aquel vehículo se nos acercó para darnos las gracias, se trataba del Primer Ministro Winston Churchill, el cual incluso nos ofreció uno de sus puros en prueba de buena voluntad y agradecimiento por nuestra ayuda. Después de aquel buen acto de samaritanos volvimos hacia nuestro destino, Earl's Court. Y una vez llegamos allí...