Crónicas de un caballero británico victoriano viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo

Las entradas en el diario de Lord Edgar Rouen Crossbower y su peculiar punto de vista decimonónigo mientras salta de época en época buscando a sus amigüitos perdidos...

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Nacido en Londres en la primera mitad del siglo XIX, nuestro héroe formaría parte de los movimientos sociales más convulsos del Imperio Británico. Conocidas sus inclinaciones socialistas y marxistas y sus amistades con lo peor de los literatos finiseculares británicos, sería ésta la causa de que Herbert George Wells le propusiera que acabara probando su máquina de desplazamiento temporal que lo arrastró miles de años hacia el futuro, enfrentándose con los Morlocks y los políticos ultraderechones de siglos venideros. Después de destruir un universo acabaría como dueño y custodio de un nexo interdimensional viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo conocido como la TEMPRANIS. Junto a su amada y a sus animalillos, continúa sus peripecias allí donde el destino le lleve...

22.9.05

Blanco y en botella, leche

Querido diario:
Es complicado. No sé porqué sigo vivo, o al menos creo que estoy vivo. Todo lo que me rodea es de color blanco y estoy flotando en medio de este color blanco. No hay ni arriba ni abajo. Ni izquierda ni derecha ni centro (lo siento, amiguetes del PP). Pero me miro las piernas y ahí están, en mis pantalones de vestir de color gris, y miro mis manos y también las veo. Por cierto que me las tendría que lavar porque las llevo más bien guarrillas.
He mirado mi reloj digital de bolsillo y aún funciona. Llevo aquí como cosa de un par de días desde que hice explotar mi motor de salto espacio-temporal llevándome por delante el universo tal y como lo conocía. Debería estar mal, pero la verdad es que no siento que haya hecho nada malo y eso que he enviado a la nada la friolera de varios billones de formas de vida (inteligentes o no) que poblaban la Tierra a principios del siglo XXI, eso sin contar con los posibles alienígenas que hubiera por el espacio profundo. Definitivamente, debería estar mal.
No sé cómo salir de este espacio infinito blanco, ni si podré encontrar a mis compañeros algún día (porque creo que si yo me he salvado por alguna razón, ¿qué les impide a ellos haber escapado a la destrucción masiva?) Una cosa tengo clara, si estuviera de nuevo en la misma tesitura, habría hecho lo mismo e incluso antes de habernos enzarzado directamente en combate con los secuaces del maldito Monicaco Pródigo de los cataplines.
Estoy divagando. Pero ¿qué más se puede hacer aquí dentro?
Pero como dije en una anterior entrada del diario, la fortuna favorece a los osados y a los tontos (de ustedes es cosa decidir en qué grupo debo estar militando) y un tiempo después conseguí salir del espacio blanco. Bueno, más bien me sacaron de él. A unos metros (o kilómetros, porque no habia manera de saber cuáles eran las distancias) vi algo que parecía ser como una isla en medio del mar. Incluso tenía sus palmeritas, su arena blanca y su montañita detrás. Empecé a moverme como si estuviera nadando y finalmente llegué a dicha isla o lo que fuera. Contento de poder estar de pie y de tener tierra más o menos firme bajo mis pies comencé a echar un vistazo por toda la orilla, dando gritos para ver si había alguien allí o si solo había salido de una zona para caer en otra más aburrida aún si cabía. Nada, no parecía que hubiera más gente por allí.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que en la parte de la isla que llevaba a la montaña había una especie de edificación de piedra, similar a un templo o algo así.
Como no tenía nada que hacer, pues de dirigí hacia allí con la sana intención de averiguar si había algo de interés dentro. Una enorme entrada oscura como la boca del lobo estaba delante mía, saqué mi encendedor zippo del bolsillo interior de la chaqueta y lo encendí con un ágil moviemiento de mano. La llama alumbró levemente la entrada y haciendo de tripas corazón me adentré con paso sigiloso y cierto resquemor. Aunque lo que más me asustó fue aquella voz tenebrosa que de repente de oyó decir: "¡¡Ya era hora de que llegara, Lord Edgar Rouen Crossbower!!"

Aquí acaba la primera temporada de las Crónicas de un caballero victoriano británico atrapado en el siglo XXI.

18.9.05

La fortuna favorece a los osados...

Querido diario:
Sé que este es el fin. Es duro poner esas palabras dentro de una historia, pero hay que ser realista y aceptar que hemos perdido la guerra por mucho que nos pese. La situación no ha mejorado nada desde la última entrada y encima ahora el plan que tan minuciosamente había preparado para salvar la situación se me ha ido al garete porque esas puñeteras máquinas con tres patas me han asado literalmente el control de vuelo espacio-temporal. Podría saltar a ciegas pero a saber a qué época y/o lugar llegaría y encima no tendría ninguna posibilidad de regresar al punto anterior en caso de estar en peligro o alejarme demasiado de la corriente espacio-temporal.
Vamos, y hablando en cristiano, que estaba jodido y yo sin enterarme de cuanto. Los 5 trípodes marcianos avanzaban hacia mí y mi pobre vehículo espacio-temporal con el morro medio fundido en su anterior ataque. Pero mis compañeros estaban incluso peor que yo: Bridget la Strudel-slayer estaba siendo atacado por todos y cada uno de los strudels que salían en tropel del Culo del Infierno y la pobre chica ya no sabía qué hacer, si cortarse las venas o dejárselas largas; el Demonio Rojo estaba perdiendo a la enorme partida de goh que estaba disputando contra los pocos y devotos seguidores del Monicaco Pródigo que aún seguían con vida; Robin "J.B." FistFucking estaba empezando a perder su cordura ante la infección nanotecnoorgánica de los TunOrg, porque su cuerpo empezaba a mutar y ya tenía una pierna y un brazo perfectamente vestidos de negro con medias y zapato a juego y cintas de colores desde el hombro y por su boca empezaban a surgir aquellos versos inconexos propios de los TunOrg: "clavelitos, clavelitos, seréis asimilados, clavelitos,..."; y Gabrie-lín Lent-illín había recibido más sablazos y estocadas que un abuelo pensionista por parte de sus nietos adolescentes ante el Monicaco Pródigo.
Todo estaba en nuestra contra, y mi plan de viajar atrás en el tiempo para detener que el Culo del Infierno se abriera y tener ventaja táctica frente a las fuerzas de ataque del Monicaco Pródigo se había ido al garete. Estaba desesperado y contemplaba cómo aquellas enormes máquinas marcianas de tres patas avanzaban ágilmente hacia mi posición. ¿Qué podía hacer? ¿Quedarme sentado y morirme del asco? ¡NO, de eso nada! ¡¡Tenía que hacer algo! Otra cosa era qué, pero bueno, como se suele decir "la fortuna favorece a los osados" (y a los tontos, que os lo digo yo...)
Aquello estaba perdido así que con mucha sangre fría activé mi sistema de TPS (Temporal Position System ó Sistema de Posicionamiento Temporal, que sé que alguno de ustedes no conoce bien la lengua de Shakespeare) y coloqué el cañón de marcado en posición manual. Con ello comencé a disparar nanotarjetas posicionales temporales a mis compañeros Bridget, Demonio Rojo, Robin, Gabrie-lín y también a alguno de mis enemigos como Familia, Patria, Iglesia y el mismísimo Monicaco Pródigo. ¿Para qué hacía esto, se preguntarán ustedes? Pues aunque la cosa estaba muy negra, con los datos registrados a través de dichas tarjetas podría rastrear a estas personas una vez hiciera lo que iba a hacer. También me inoculé con una de esas nanotarjetas y saqué de mi cartera mi carnet de identificación de viajero espacio-temporal. Introduje el carnet en la ranura del lector de cd y mp3 del salpicadero. Con el rabillo del ojo veía que las máquinas de guerra marcianas estaban a 30 metros escasos de mi posición actual e intenté retrasarlas disparando un par de descargas de plasma desde mis cañones traseros pero sin el sensor de armamento calibrado después del ataque calorífico destrocé por error buena parte de la fachada principal del edificio de la Diputación Provincial de Alicante. Pidiendo perdón con ambas manos a los pobres que estaban allí dentro y que ahora eran testigos de excepción de la batalla al no tener fachada que les molestara proseguí introduciendo mi código pin de cuatro cifras para acceder al menú de comando de mi máquina de desplazamiento espacio-temporal.
Pulsé en la pantallita la opción de "Sobrecargar motor espacio-temporal" y confirmé en la tecla "Sí". Ante el mensaje de que si quería realizar alguna otra transacción pulsé que "No" y extraje mi carnet, guardándolo dentro de mi cartera de nuevo.
Mientras en el interior de la cabina empezaba a iluminarse de rojo las alarmas, una voz femenina me informaba que la sobrecarga del motor espacio-temporal provocaría una onda de choque energética cuántica que afectaría a todo aquel continuo espacio-temporal al tener las contramedidas de seguridad dañadas como consecuencia del ataque anterior. Aún así y para asegurarme de que no tendría ninguna sorpresa activé también el sistema de autodestrucción del vehículo espacio-temporal con el código de anulación: "1 1 A 0 0 0 Destrucción 0".
Descargué todos los datos del TPS relacionados con mis compañeros y conmigo mismo en mi reloj digital de bolsillo con la escasa opción de que pudiera sobrevivir (¡eh, la esperanza es lo último que se pierde!) a la completa erradicación a nivel subatómico de todo un universo y comencé a silbar una vieja canción de un semidesconocido autor de mediados de la década de los '80 del pasado siglo XX, un tal Casal o Casual o algo así mientras esperaba que aquel dichoso minuto pasara.
Las máquinas marcianas se posaron sobre mí y mi máquina y comprobé cómo usaban sus tentáculos para abrir la superficie de la cabina como quien pela una naranja. Cuando estaba mi cabeza ya al aire, miré fijamente a los trípodes, a mi alrededor y sonreí. El útimo bip del tablero de mando fue lo último que aquellos marcianos oirían en su vida, al igual que el resto del mundo y del universo.
Puf.
Se acabó.
Luz blanca por todas partes.


No falta nada, es el fin de todo.

15.9.05

La Tormenta se desata: bienvenidos al Apocalipsis (Monicaco)


















Desvelamos al Monicaco Pródigo: Pak-uit-oh

Querido diario:
Negro, lo que se dice negro era nuestro porvenir. Delante un ejército de incontables enemigos que pretendían apoderarse de este mundo (y por extensión, de esta realidad espacio-temporal) y detrás nuestra ese mundo que conocíamos y amábamos. En medio, la única fuerza de defensa: 3 seres míticos conocidos como Muermo Boys, la Elegida para portar el manto de las Strudel-slayer y un servidor, un pobre viajero espacio-temporal británico victoriano atrapado en este siglo XXI.
Nos miramos, sonreímos, nos dimos un abrazo para darnos suerte y despedirnos (momento que Robin "J.B." FistFucking aprovecharía para enlazar nuestras mentes y que todos supiéramos lo que iba a hacer el vecino a la hora de enfrentarse a nuestros numerosos y virtualmente invencibles enemigos) Levanté la vista y vi que mi vehículo de desplazamiento espacio-temporal seguía aparcado en frente del edificio de la Diputación Provincial de Alicante, justo al lado del grueso de esgrimistas frikkoides jugadores de goh y de su líder, el Monicaco Pródigo Pak-uit-oh. Había que intentar cortar todos los lazos de los strudels con el Culo del Infierno y se continuo volcado de más strudels a nuestra realidad, además de impedir que el Colectivo TunOrg recibiera más refuerzos desde el espacio exterior mientras los trípodes marcianos nos atacaban en el fondo de la avenida.
Con una carcajada triunfal y casi inacabable, similar al sonido de una ametralladora al disparar de continuo (¡¡¡¡juauauauauauauauaua!!!!), Pak-uit-oh, vestido con su equipo de batalla de cuero endurecido y su flamante e infernal florete envenenado alentó a sus hombres y sirvientes a que nos borraran de la calle.
Nuestra respuesta no se hizo esperar: el Demonio Rojo comenzó a lanzar enormes ráfagas de energía multicolor desde sus manos mientras un resplandor similar le rodeaba causando la destrucción de cuanto strudel y esgrimista frikkoide jugador de goh se le acercaba; Bridget la Strudel-slayer empuñando la Espada del Caminante Celeste que brillaba con su azul intenso que casi nos cegaba se abría camino entre los strudels cercenando cabezas y cortando brazos mientras la marabunta que surgía del Culo del Infierno se concentraba en intentar acabar con ella; Robin "J.B." FistFucking usaba oscuras descargas de energía para destrozar a los TunOrgs que cargaban sobre él bandurria y pandereta en ristre mientras seguían entonando con sus voces cansinas lo de "¡Clavelitos, clavelitos, clavelitos de mi corazón, la resistencia es fútil, clavelitos,...!" y, por su parte, Gabrie-lín Lent-illín hacía lo propio contra las enormes naves con forma de pandereta que le lanzaban descargas de sus armas energéticas que él detenía gracias a sus escudos arcanos y que devolvía duplicadas en fuerza a sus enemigos más cercanos.
Con todo esto, y un mucho de suerte, conseguí esquivar a los enemigos que se iban interponiendo en mi camino, los cuales eran eliminado por las descargas de energía de alguno de los Muermo Boys y casi sin darme cuenta ya estaba prácticamente al lado de mi máquina espacio-temporal. Usé el mando a distancia para abrir las puertas pero cuando estaba a punto de entrar en la cabina me encontré con que mi suerte había cambiado: mis antiguos aliados y ahora sicarios del Monicaco Pródigo estaban frente a mí con claras intenciones de cobrarse duramente su trabajo no realizado la última vez que nos encontramos.
Iglesia avanzaba envuelto en una capa, con mitra y tiara, preparando su más mortal golpe girando a velocidades impensables las cuentas de un rosario negro como el azabache sobre su cabeza con la clara intención de usarlo para abrirme la mía como un melón madura.
Patria vestía ahora con un uniforme de gala del ejército español, la enorme capa con el aguilucho se mecía en el viento huracanado que parecía haberse concentrado entre el Culo del Infierno y el edificio de la Diputación. En sus manos llevaba un haz de flechas y un yugo con el que seguro que iría a atravesarme y golpearme o a golpearme y atravesarme, según le viniera mejor en aquel momento.
Familia era el que más miedo me daba. Vestido con un sobrio traje de chaqueta gris, con camisa blanca y corbata negra, llevaba consigo una enorme carpeta repleta de formularios de inscripción en el registro civl de bordes afilados con los que pretendía sin duda cortarme una y otra vez (con lo que eso escuece...)
Desde luego, chungo lo llevaba, porque los demás estaban muy ocupados con sus propios enemigos y no parecían haberse dado cuenta de mi precaria situación en aquellos instantes. Tuve que arriesgarme y usar la única arma que tenía en aquellos momentos: mi cabeza. Y funcionó, vaya si funcionó. Le metí un cabezazo a Patria que riéte tú del de Zidanne en el Mundial, después le dije a Familia que Iglesia pretendía acabar con la enseñanza pública y el matrimonio civil y ambos se enzarzaron en una breve disputa sobre sus competencias, momento que aproveché para meterme dentro de la cabina y activar los sistemas de defensa usando mi código personal: "Es la hora de las tortas".
De la parte trasera de mi máquina de desplazamiento espacio-temporal surgieron cuatro cañones de plasma que se desplegaron alrededor con sus brazos flexibles y comenzaron a lanzar descargas a diestro y siniestro, haciendo que mis tres ex-compañeros huyeran de allí para no ser alcanzados por el fuego enemigo. Dirigí los lanzatorpedos de foton delanteros hacia los TunOrgs que todavía estaban cerca del grueso del batallón de esgrimistas frikkoides jugadores de goh.
Pero el pérfido Pak-uit-oh no estaba dispuesto a perder la batalla. Con un grito de mando los 5 trípodes marcianos avanzaron hacia mi posición mientras preparaban su mortal rayo de calor invisible. Aunque algunos de sus hombres estaban cerca el Monicaco Pródigo ordenó que los marcianos dispararan y pude ver cómo los esgrimistas y algunos strudels se prendían en llamas azuladas y verdosas que los consumían al instante, mientras el asfalto comenzaba a burbujear delante mío. Por suerte el blindaje térmico de mi máquina espacio-temporal resistió la primera embestida de calor invisible, pero los sistemas comenzaban a recalentarse muy deprisa.
Usando mi sistema de sensores comprobé como estaba la situación a mi alrededor y con mis compañeros de lucha: Bridget había conseguido llegar hasta la mísmísima entrada del Culo del Infierno pero estaba completamente rodeada de strudels y cada vez con más problemas para maniobrar ya que los malditos no dejaban de salir por su apertura; el Demonio Rojo estaba concentrando su fuego en los esgrimistas pero algunos de ellos le habían conseguido picar y estaba luchando física y mentalmente contra ellos delante de un enorme tablero de goh y por lo que veía desde allí no estaba haciendo una buena partida, no señor; Robin "J.B." FistFucking había destruido a casi todos los TunOrgs pero no antes de que hubiera sido alcanzado repetidas veces por los aguijones transmutadores de sus bandurrias y panderetas, su cuerpo comenzaba a mutar en algunas partes adoptando la forma de sus enemigos los TunOrgs pero parecía que estaba aguantando mientras usaba sus poderes oscuros para mantener a raya la infección mientras eliminaba a los escasos enemigos que se atrevían a cruzarse en su camino; Gabrie-lín Lent-illín había destruido a las naves pandereta TunOrg pero ahora estaba enfrentandose cuerpo a cuerpo contra el mismísimo Monicaco Pródigo y, por desgracia, no estaba a la altura (ni física ni disciplinalmente hablando) de Pak-uit-oh. Éste le estaba haciendo un sinfín de fintas, estocadas, a fondos y demás ataques que el Muermo Boy paraba o esquivaba como buenamente podía, pero se estaba llevando palos por todos lados. Entonces me di cuenta: en ese mismo instante era cuando el Apocalipsis Monicaco había comenzado y ganara quién ganara, el mundo, mi mundo perdía... pero yo no estaba dispuesto a permitirlo, vaya que no.
Activé los circuitos temporales (que estaban bastante tocados, pero que había podido arreglar con cinta de carrocero y un chicle de menta) y preparé mi salida de aquel continuo espacio-tiempo. Si podía retroceder en el tiempo e impedir la apertura del Culo del Infierno, detendría el ataque de los strudels y ni los TunOrgs ni los trípodes marcianos apoyarían el ataque de Pak-uit-oh y sus esgrimistas frikkoides jugadores de goh. Sería coser y cantar derrotarles entre nosotros 5 y el Apocalipsis Monicaco no tendría lugar.
Ya estaba preparando el salto cuando un nuevo golpe de calor proveniente de los trípodes marcianos cortocircuitó todo mi panel de control de vuelo, dejándome con la mayor de las caras de idiota jamás puesta...
Tan cerca y a la vez tan lejos.
¿Sería éste mi fin?

13.9.05

Preludio al Apocalipsis 2: Sopla el viento


El temible Demonio Rojo

Querido diario:
Después de un rescate "en el último segundo" por parte de los Muermo Boys Robin "J.B." FistFucking y Gabrie-lín Lent-illín me di cuenta de que una vez más (y ya van...) salíamos de la sartén para caer diréctamente en las brasas.
Limpiamos rápidamente los restos de strudels (con una escoba y un recogedor) y los trozos de ghoul de strudel los tiramos a la basura directamente y sobre la mesa del salón de mapas de la fortaleza del Ben-Acantil se nos informó con pelos y señales de lo mal que lo teníamos.
Gabrie-lín Lent-illín nos contó usando su voz gutural que en estos meses en los que había estado fuera buscando a la Strudel-slayer y la espada del Caminante Celeste los strudels habían conseguido contactar con el otrora enigmático Monicaco Pródigo. Este hecho me produjo un escalofrío en toda mi espalda. Estaba un poco fuera de onda, el Muermonomicom (libro demoníaco repleto de profecías oscuras de talante apocalíptico) decía en sus amarillentas páginas escritas con sangre ennegrecida que la figura del Monicaco Pródigo era una especie de "comodín" ya que podría ser usado por igual por las fuerzas de las tinieblas y por las fuerzas de la luz (el problema venía en discernir quién era quién, porque los propios Muermo-boys serían los que propiciarían el Apocalipsis Monicaco, cosa que no tenía yo muy claro si sería bueno, malo, regular o qué...) El temita estaba en que además de esto, los strudels habían conseguido atravesar las puertas de nuestra realidad a través de las paredes dimensionales debilitadas de las cercanías del Culo del Infierno y los reclutas que venían desde más allá les estaban haciendo muy pero que muy poderosos, tanto que la apertura del mismo Culo del Infierno sería ya una realidad. Si a esto le sumamos que el propio Monicaco Pródigo se había traído su ejército personal de esgrimistas frikkoides jugadores de goh, pues la cosa seguía mejorando por segundos. Y si encima el mismo Monicaco Pródigo, de nombre Pak-uit-oh, había conseguido corromper a mis antiguos aliados el Nigromante (ahora reconvertido en Iglesia), el Monicaco Rural (ahora llamado Patria) y el Zahorí Cabezón (de ahora en adelante Familia) teníamos sin duda las de perder.
¿Por qué mi poco optimismo? Porque en nuestro lado solo estábamos Scythe (un joven muchacho amigo de la retroinformática y la música de esa 'jevi', supuesto Padawan de Muermo-boy), Bridget Wandepeiker (una muchacha, actual Strudel-slayer y armada con la Espada del Caminante Celeste) y un servidor (viajero espacio-temporal sin muchas miras y más perdido que un pulpo en un garage) y con semejante panorama como que no me veía yo muy victorioso contra el mega-ejército strudel y su comandante Pak-uit-oh.
El propio Robin "J.B." FistFucking no tardó mucho en dejarnos claro que con la aparición del Monicaco Pródigo y su decantación hacia el lado de los Strudels ellos iban a dejar de ser meros observadores y comenzarían aquéllo para lo que estaban destinados, esto es, el Apocalipsis Monicaco. Pero sabían que este mundo (y esta realidad, una entre las múltiples posibilidades del Multiverso) experimentaría lo peor y tampoco iban a permitir que se pudiera extender este cáncer strudel infernal a otros reinos del océano espacio-temporal por lo que nos ayudarían en la batalla venidera mientras se preparaba en susodicho y mil veces mentado Apocalipsis Monicaco. Ambos dos, Robin "J.B." FistFucking y Mochue-lín Lent-illín, se colocaron a ambos lados de Scythe y mirándolo fijamente una luz verdosa surgió de sus ojos (libres de gafas de sol que los cubrieran) mientras decían que ya era hora de que el tercer Muermo-boy se reuniera con ellos de nuevo. Y con un cegador resplandor Scythe despareció para dejar paso al Demonio Rojo, el Muermo-boy luchador. Vestido con una camisa blanca brillante con la portada impresa del Wish you were here de Pink Floyd y su máscara de lucha libre el poder multicolor lo envolvió y con un grito surgido del fondo de su siniestra alma anunció su regreso al mundo tras miles de años ausente: "LET'S ROCK!!!"
Un temblor nos hizo tambalearnos. Nos asomamos al exterior desde una de las ventanas del castillo y vimos como las negras nubes seguían ocultando los cielos pero ahora relámpagos verdosos y azulados caían a lo lejos indicando una sola cosa: el Culo del Infierno estaba abierto de par en par y el viento helado parecía dirigirse desde todas partes hacia aquel impío lugar: la Fnac Bulevar.
Sabiendo que no teníamos nada más que hacer allí recogimos nuestras pertenencias y después de suspirar un poco, nos encaminamos hacia la batalla, la mayor que jamás este mundo conociera.
Al llegar a la plaza de Luceros desde Alfonso X El Sabio pudimos comprobar que efectivamente no estábamos preparados para aquello ni en un millar de vidas: un enorme boquete de color rojizo humeante ocupaba lo que fuera el edificio que hasta entonces albergaba la Fnac Bulevar y expulsaba de sí mismo cientos de strudels armados hasta los dientes y sedientos de frikkitones. En el cielo, alimentándose de los relámpagos, varias naves circulares que ya habíamos conocido en cierta visita a otra realidad tapaban la escasa claridad de aquellas nubes grisáceas mientras empezaban a aparecer entre partículas verdosas y zumbidos los temibles e imparables TunOrgs con su machaqueo constante "Seréis asimilados, clavelitos...". Desde la estación de Renfe se podían ver 5 enormes máquinas de aspecto tripoidal (unos viejos amigos venidos de Marte con los que tuve una pequeña reyerta en otro tiempo cuando intentaron tomar por la fuerza mi Reino Unido del alma, pero que con mi resfriado conseguí derrotar entonces, pero esto es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...) Y ocupando el resto de la calle, el ejército de esgrimistas frikkoides jugadores de goh con su amo y señor al frente, el Monicaco Pródigo, flanqueado de mis viejos amigos (y ahora forzosos enemigos) Iglesia, Patria y Familia.
Y nosotros 5 solitos para detenerlos. Como para ser optimista. Je.

11.9.05

Preludio al Apocalipsis 1: Nubes de tormenta


Gabrie-lín Lenti-llín entra en escena

Querido diario:
Tengo que retroceder mentalmente en el tiempo (por una vez no lo haré gracias a mi máquina de desplazamiento temporal, por motivos que no tardaré en relatar) para recordar y transcribir todo lo que ocurrió desde que regresamos de las realidades desapercibidas. Estábamos en frente de la Fnac Bulevar, el lugar en el que en más de una ocasión había acabado apareciendo un servidor de ustedes después de sus viajes temporales y transdimensionales gracias a la red de espacio-pistas de agujeros de gusano. Bridget estaba tiritando mientras me arrebataba del cinto la espada del Caminante Celeste y la activaba. El zumbido del arma al iluminarse la hoja azulada nos devolvió a la realidad: algo no estaba del todo bien. Comprobé mi reloj digital de bolsillo y ponía que eran las 13 horas pero ahí afuera estaba completamente a oscuras, el cielo estaba encapotado como si fuera a caer la madre de todas las tormentas, pero lo más siniestro era que no había nadie por la calle, ni un solo coche circulando, ningún peatón, ningún perro o gato o palomo cojo...
Dimos una vuelta no muy grande alrededor de la calle, mirando por entre las rejas del edificio histórico de la Diputación de Alicante y a simple vista no detectamos ningún movimiento que delatara vida de ninguna clase por allí. Volví hacia mi máquina de desplazamiento temporal para encontrarme por sorpresa con que Bridget se estaba encarando con tres individuos que misteriosamente habían aparecido de la nada y ante los que ella estaba enarbolando su hoja reluciente mientras calculaba el golpe letal con el que los iba a despachar. A duras penas pude cogerle el antebrazo con todas mis fuerzas para evitar que les arreara un mandoblazo mortal de necesidad. Bridget se me cabreó y casi me patea en las partes pudendas pero la pude parar a tiempo mientras le trataba de explicar que estos tres eran conocidos y aliados míos: el mismísmo Nigromante, el Monicaco Rural y aquél del que hasta el momento solo conocía historias de boca del Nigromante y que atendía por el nombre de Juan de Olarcos, el zahorí cabezón. Con alegría me acerqué hasta mis compañeros de aventuras y presentándoles a la Strudel-slayer me empecé a percatar que algo no parecia ir del todo bien...
El Nigromante estaba cambiando, sus ropajes antaño oscuras, majestuosas y rebosantes de poder oscuro ahora se habían tornado blancas y radiantes y cubría su cabeza con un tapacalvas de lo más papal. El antaño bestial Monicaco Rural vestía ahora ropas cuasi-militares y llevaba una enorme banderola con aguilucho y haz de flechas con yugo incorporado a modo de capa. Y el joven zahorí cabezón vestía con traje de chaqueta gris con pegatina de "Familia es un padre y una madre" y el libro de familia enrollado en la mano derecha.
La verdad es que no lo vi venir, porque los tres antiguos compañeros me pillaron desprevenido y en un par de golpes bien dados me encontré desvanecido.
Cuando regresé a mi estado de conciencia normal, esto es, despierto y acechante, pude percatarme que nos habían tendido una trampa. ¿Qué podría haber ocurrido? ¿Habríamos vuelto a otra de las realidades desapercibidas? Me extrañó, los sistemas de guía de la máquina de desplazamiento espacio-temporal estaban bien calibrados y detectaron que aquel era el lugar adecuado en el momento adecuado. Algo habría pasado mientras estuvimos fuera de nuestra realidad. Aunque estábamos en penumbra pude atisbar mis alrededores: una habitación pequeña, mal iluminada y ensombrecida, estábamos atados con cadenas en muñecas y tobillos cogidas de la pared, a mi lado estaba durmiendo como una bendita Bridget y a su vera estaba mi querido compañero Scythe, el padawan de Muermo Boy, también roncando a pierna suelta.
Forcejeé un rato para comprobar la resistencia de las cadenas y solo conseguí que el ruido despertara a mi querido Scythe, porque para despertar a Bridget había que hacer ruido, que la tía mira que ronca a gusto... Scythe me narró cómo las cosas habian empezado a cambiar nada más yo dejar Alicante para ir a buscar a la Strudel-slayer a Londres: el Monicaco Rural había empezado a interesarse por Internet en un afán de conseguir conocer a hembras con las que un día llegar a retozar a gusto; el Nigromante empezó a frecuentar cada vez más la sección de libros de la Fnac Bulevar mientras investigaba la posible relación entre esta empresa y los strudels y su intento de abrir el Culo del Infierno de par en par y el Zahorí cabezón frecuentaba cada vez más los bares madereros del puerto (esto último poco tenia que ver con un cambio en su comportamiento, pero es que a veces Scythe no se entera de lo que pasa a su alrededor)
Hasta que un día empezaron a aparecer strudels y más strudels por las calles e hicieron una especie de ritual en la Plaza de Luceros (coincidiendo con la subida a 2ª división del Hércules C.F.) y la oscuridad comenzó a cegar los cielos. Al principio eran unas nubecitas de nada, pero al pasar los días la oscuridad ya era lo suficientemente negra como para que los rayos del sol no dañaran a los strudels. Cuando parecía que tendrían que enfrentarse con los strudels y sus malvados planes, Scythe se encontró con que los 3 aliados de poder que tenía en Alicante se volvían contra él y lideraban a los strudels y sus seguidores como los 3 Pilares: el Nigromante ahora se hacía llamar Iglesia, el Monicaco Rural era conocido como Patria y el Zahoría cabezón se decía a si mismo Familia. Le dieron pal pelo y lo encerraron allí, donde antaño tuvieron su base de operaciones: la fortaleza del Monte Ben-Acantil. Allí llevaba casi un mes dormitando y alimentándose de roidas hamburguesas de Mardonals y similares sub-productos cárnicos que lo dejaron atontado durante semanas.
Pues estábamos la mar de jodidos, con perdón de la expresión. Si nuestros aliados habían caído en el Lado Rosa del Dado, poco podríamos hacer aunque contáramos con la Strudel-slayer, porque un servidor estaba medio vapuleado y Scythe, pues qué queréis que os diga...
Oimos ruidos en la puerta que teniamos en frente, unas risitas siniestras que ahogaban el rechinar de la llave en la oxidada cerradura. Se abrió de golpe y pudimos ver cómo entraban a saco un buen grupo de strudels y de ghouls de strudel que con sus colmillos desnudos nos miraban apetitosamente.
Al ver que se acercaban a Scythe intenté removerme haciendo palanca con los codos para sacar las cadenas que me aprisionaban de la pared, pero no lo conseguí. Me puse a gritar para atraer a mi persona el mayor número de strudels ansiosos de frikkitones y ya de paso a lo mejor los berrido que estábamos soltando sacaban a Bridget de su ensoñar plácido.
Las bocas desproporcionadas, salivosas y malolientes se iban aproximando a mi garganta. Cerré los ojos porque ya veía que me sabía el final de la película. Oí el rechinar de dientes, crujido de huesos y salpicaduras de sangres a mi alrededor pero no noté dolor ninguno. Abrí lentamente los ojos y lo que vi me dejó sin habla...
Cuando la recuperé vi que la docena y tres cuartos de strudels y ghoules de strudel estaba hecha fostatina contra el suelo, destrozados hasta casi no saber dónde empezaba un cuerpo y donde comenzaba el siguiente. Mis compañeros estaban bien, vivitos y coleando, e incluso Bridget empezaba a despertarse. En la puerta entreabierta estaban 2 individuos vestidos con trajes de chaqueta negro, camisa blanca, corbata negra y gabardinas grises. Sus ojos eran ocultados por gafas de sol oscuras que a duras penas ocultaban el brillo de poder que desprendían. Uno de ellos era ya un viejo conocido, el señor Robin JB FistFucking, el otro era muy algo, de casi 2 metros de altura, con algunas canas en su oscura pelambrera capilar. Las sombras parecían recubrirle y daban vueltas como pequeños tentáculos a su alrededor, tocándole, acariciándole,... Llevaba en la mano un bolsito multicolor y nos sonreía.
Las presentaciones no se hicieron esperar: era un Muermo Boy, Gabrie-lín Lenti-llín.

9.9.05

En las sombras de la noche, un rayo de luna cortó la oscuridad por la mitad...

El camino estaba oscuro, el suelo húmedo, y en medio de un cráter la enorme máquina de guerra marciana se elevaba entre las copas de los árboles medio quemados del Monte Benacantil... El fin de nuestro mundo había llegado, y ni los poderes combinados del Nigromante, de los Monicacos, de los Muermo-boys ni de la Strudel-slayer habrían podido evitar aquello.
Pero, ¿qué había ocurrido en aquellos meses, desde que regresamos a Alicante? Eso es algo, que tú, mi querido diario, deberás de guardar entre tus mohosas páginas para que sirva como testigo mudo de todo lo acaecido hasta ahora y puedan ser una luz de esperanza al final del túnel de desesperación en el que nuestro mundo y nuestra civilización se han visto inmersos...