Crónicas de un caballero británico victoriano viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo

Las entradas en el diario de Lord Edgar Rouen Crossbower y su peculiar punto de vista decimonónigo mientras salta de época en época buscando a sus amigüitos perdidos...

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Nacido en Londres en la primera mitad del siglo XIX, nuestro héroe formaría parte de los movimientos sociales más convulsos del Imperio Británico. Conocidas sus inclinaciones socialistas y marxistas y sus amistades con lo peor de los literatos finiseculares británicos, sería ésta la causa de que Herbert George Wells le propusiera que acabara probando su máquina de desplazamiento temporal que lo arrastró miles de años hacia el futuro, enfrentándose con los Morlocks y los políticos ultraderechones de siglos venideros. Después de destruir un universo acabaría como dueño y custodio de un nexo interdimensional viajando por el Contínuo Espacio-Tiempo conocido como la TEMPRANIS. Junto a su amada y a sus animalillos, continúa sus peripecias allí donde el destino le lleve...

22.9.05

Blanco y en botella, leche

Querido diario:
Es complicado. No sé porqué sigo vivo, o al menos creo que estoy vivo. Todo lo que me rodea es de color blanco y estoy flotando en medio de este color blanco. No hay ni arriba ni abajo. Ni izquierda ni derecha ni centro (lo siento, amiguetes del PP). Pero me miro las piernas y ahí están, en mis pantalones de vestir de color gris, y miro mis manos y también las veo. Por cierto que me las tendría que lavar porque las llevo más bien guarrillas.
He mirado mi reloj digital de bolsillo y aún funciona. Llevo aquí como cosa de un par de días desde que hice explotar mi motor de salto espacio-temporal llevándome por delante el universo tal y como lo conocía. Debería estar mal, pero la verdad es que no siento que haya hecho nada malo y eso que he enviado a la nada la friolera de varios billones de formas de vida (inteligentes o no) que poblaban la Tierra a principios del siglo XXI, eso sin contar con los posibles alienígenas que hubiera por el espacio profundo. Definitivamente, debería estar mal.
No sé cómo salir de este espacio infinito blanco, ni si podré encontrar a mis compañeros algún día (porque creo que si yo me he salvado por alguna razón, ¿qué les impide a ellos haber escapado a la destrucción masiva?) Una cosa tengo clara, si estuviera de nuevo en la misma tesitura, habría hecho lo mismo e incluso antes de habernos enzarzado directamente en combate con los secuaces del maldito Monicaco Pródigo de los cataplines.
Estoy divagando. Pero ¿qué más se puede hacer aquí dentro?
Pero como dije en una anterior entrada del diario, la fortuna favorece a los osados y a los tontos (de ustedes es cosa decidir en qué grupo debo estar militando) y un tiempo después conseguí salir del espacio blanco. Bueno, más bien me sacaron de él. A unos metros (o kilómetros, porque no habia manera de saber cuáles eran las distancias) vi algo que parecía ser como una isla en medio del mar. Incluso tenía sus palmeritas, su arena blanca y su montañita detrás. Empecé a moverme como si estuviera nadando y finalmente llegué a dicha isla o lo que fuera. Contento de poder estar de pie y de tener tierra más o menos firme bajo mis pies comencé a echar un vistazo por toda la orilla, dando gritos para ver si había alguien allí o si solo había salido de una zona para caer en otra más aburrida aún si cabía. Nada, no parecía que hubiera más gente por allí.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que en la parte de la isla que llevaba a la montaña había una especie de edificación de piedra, similar a un templo o algo así.
Como no tenía nada que hacer, pues de dirigí hacia allí con la sana intención de averiguar si había algo de interés dentro. Una enorme entrada oscura como la boca del lobo estaba delante mía, saqué mi encendedor zippo del bolsillo interior de la chaqueta y lo encendí con un ágil moviemiento de mano. La llama alumbró levemente la entrada y haciendo de tripas corazón me adentré con paso sigiloso y cierto resquemor. Aunque lo que más me asustó fue aquella voz tenebrosa que de repente de oyó decir: "¡¡Ya era hora de que llegara, Lord Edgar Rouen Crossbower!!"

Aquí acaba la primera temporada de las Crónicas de un caballero victoriano británico atrapado en el siglo XXI.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pero bueno... ¿será posible desfachatez? Nos acaba de colar un "cliff-hanger" como la copa de un pino.
¿Habrá segunda temporada o esto acabará como Firefly y Odisea-5?

5:39 p. m.  
Blogger El Nigromante said...

Para mi, que el que lo espera en la cueva es Tino Casal, en plan "no estoy muerto, fingí mi muerte para huir de los fans" (aunque yo mas bien diría que para huir del Cobrador del Frac... )

1:31 a. m.  

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