Desvelamos al Monicaco Pródigo: Pak-uit-ohQuerido diario:
Negro, lo que se dice negro era nuestro porvenir. Delante un ejército de incontables enemigos que pretendían apoderarse de este mundo (y por extensión, de esta realidad espacio-temporal) y detrás nuestra ese mundo que conocíamos y amábamos. En medio, la única fuerza de defensa: 3 seres míticos conocidos como Muermo Boys, la Elegida para portar el manto de las Strudel-slayer y un servidor, un pobre viajero espacio-temporal británico victoriano atrapado en este siglo XXI.
Nos miramos, sonreímos, nos dimos un abrazo para darnos suerte y despedirnos (momento que Robin "J.B." FistFucking aprovecharía para enlazar nuestras mentes y que todos supiéramos lo que iba a hacer el vecino a la hora de enfrentarse a nuestros numerosos y virtualmente invencibles enemigos) Levanté la vista y vi que mi vehículo de desplazamiento espacio-temporal seguía aparcado en frente del edificio de la Diputación Provincial de Alicante, justo al lado del grueso de esgrimistas frikkoides jugadores de goh y de su líder, el Monicaco Pródigo Pak-uit-oh. Había que intentar cortar todos los lazos de los strudels con el Culo del Infierno y se continuo volcado de más strudels a nuestra realidad, además de impedir que el Colectivo TunOrg recibiera más refuerzos desde el espacio exterior mientras los trípodes marcianos nos atacaban en el fondo de la avenida.
Con una carcajada triunfal y casi inacabable, similar al sonido de una ametralladora al disparar de continuo (¡¡¡¡juauauauauauauauaua!!!!), Pak-uit-oh, vestido con su equipo de batalla de cuero endurecido y su flamante e infernal florete envenenado alentó a sus hombres y sirvientes a que nos borraran de la calle.
Nuestra respuesta no se hizo esperar: el Demonio Rojo comenzó a lanzar enormes ráfagas de energía multicolor desde sus manos mientras un resplandor similar le rodeaba causando la destrucción de cuanto strudel y esgrimista frikkoide jugador de goh se le acercaba; Bridget la Strudel-slayer empuñando la Espada del Caminante Celeste que brillaba con su azul intenso que casi nos cegaba se abría camino entre los strudels cercenando cabezas y cortando brazos mientras la marabunta que surgía del Culo del Infierno se concentraba en intentar acabar con ella; Robin "J.B." FistFucking usaba oscuras descargas de energía para destrozar a los TunOrgs que cargaban sobre él bandurria y pandereta en ristre mientras seguían entonando con sus voces cansinas lo de "¡Clavelitos, clavelitos, clavelitos de mi corazón, la resistencia es fútil, clavelitos,...!" y, por su parte, Gabrie-lín Lent-illín hacía lo propio contra las enormes naves con forma de pandereta que le lanzaban descargas de sus armas energéticas que él detenía gracias a sus escudos arcanos y que devolvía duplicadas en fuerza a sus enemigos más cercanos.
Con todo esto, y un mucho de suerte, conseguí esquivar a los enemigos que se iban interponiendo en mi camino, los cuales eran eliminado por las descargas de energía de alguno de los Muermo Boys y casi sin darme cuenta ya estaba prácticamente al lado de mi máquina espacio-temporal. Usé el mando a distancia para abrir las puertas pero cuando estaba a punto de entrar en la cabina me encontré con que mi suerte había cambiado: mis antiguos aliados y ahora sicarios del Monicaco Pródigo estaban frente a mí con claras intenciones de cobrarse duramente su trabajo no realizado la última vez que nos encontramos.
Iglesia avanzaba envuelto en una capa, con mitra y tiara, preparando su más mortal golpe girando a velocidades impensables las cuentas de un rosario negro como el azabache sobre su cabeza con la clara intención de usarlo para abrirme la mía como un melón madura.
Patria vestía ahora con un uniforme de gala del ejército español, la enorme capa con el aguilucho se mecía en el viento huracanado que parecía haberse concentrado entre el Culo del Infierno y el edificio de la Diputación. En sus manos llevaba un haz de flechas y un yugo con el que seguro que iría a atravesarme y golpearme o a golpearme y atravesarme, según le viniera mejor en aquel momento.
Familia era el que más miedo me daba. Vestido con un sobrio traje de chaqueta gris, con camisa blanca y corbata negra, llevaba consigo una enorme carpeta repleta de formularios de inscripción en el registro civl de bordes afilados con los que pretendía sin duda cortarme una y otra vez (con lo que eso escuece...)
Desde luego, chungo lo llevaba, porque los demás estaban muy ocupados con sus propios enemigos y no parecían haberse dado cuenta de mi precaria situación en aquellos instantes. Tuve que arriesgarme y usar la única arma que tenía en aquellos momentos: mi cabeza. Y funcionó, vaya si funcionó. Le metí un cabezazo a Patria que riéte tú del de Zidanne en el Mundial, después le dije a Familia que Iglesia pretendía acabar con la enseñanza pública y el matrimonio civil y ambos se enzarzaron en una breve disputa sobre sus competencias, momento que aproveché para meterme dentro de la cabina y activar los sistemas de defensa usando mi código personal: "Es la hora de las tortas".
De la parte trasera de mi máquina de desplazamiento espacio-temporal surgieron cuatro cañones de plasma que se desplegaron alrededor con sus brazos flexibles y comenzaron a lanzar descargas a diestro y siniestro, haciendo que mis tres ex-compañeros huyeran de allí para no ser alcanzados por el fuego enemigo. Dirigí los lanzatorpedos de foton delanteros hacia los TunOrgs que todavía estaban cerca del grueso del batallón de esgrimistas frikkoides jugadores de goh.
Pero el pérfido Pak-uit-oh no estaba dispuesto a perder la batalla. Con un grito de mando los 5 trípodes marcianos avanzaron hacia mi posición mientras preparaban su mortal rayo de calor invisible. Aunque algunos de sus hombres estaban cerca el Monicaco Pródigo ordenó que los marcianos dispararan y pude ver cómo los esgrimistas y algunos strudels se prendían en llamas azuladas y verdosas que los consumían al instante, mientras el asfalto comenzaba a burbujear delante mío. Por suerte el blindaje térmico de mi máquina espacio-temporal resistió la primera embestida de calor invisible, pero los sistemas comenzaban a recalentarse muy deprisa.
Usando mi sistema de sensores comprobé como estaba la situación a mi alrededor y con mis compañeros de lucha: Bridget había conseguido llegar hasta la mísmísima entrada del Culo del Infierno pero estaba completamente rodeada de strudels y cada vez con más problemas para maniobrar ya que los malditos no dejaban de salir por su apertura; el Demonio Rojo estaba concentrando su fuego en los esgrimistas pero algunos de ellos le habían conseguido picar y estaba luchando física y mentalmente contra ellos delante de un enorme tablero de goh y por lo que veía desde allí no estaba haciendo una buena partida, no señor; Robin "J.B." FistFucking había destruido a casi todos los TunOrgs pero no antes de que hubiera sido alcanzado repetidas veces por los aguijones transmutadores de sus bandurrias y panderetas, su cuerpo comenzaba a mutar en algunas partes adoptando la forma de sus enemigos los TunOrgs pero parecía que estaba aguantando mientras usaba sus poderes oscuros para mantener a raya la infección mientras eliminaba a los escasos enemigos que se atrevían a cruzarse en su camino; Gabrie-lín Lent-illín había destruido a las naves pandereta TunOrg pero ahora estaba enfrentandose cuerpo a cuerpo contra el mismísimo Monicaco Pródigo y, por desgracia, no estaba a la altura (ni física ni disciplinalmente hablando) de Pak-uit-oh. Éste le estaba haciendo un sinfín de fintas, estocadas, a fondos y demás ataques que el Muermo Boy paraba o esquivaba como buenamente podía, pero se estaba llevando palos por todos lados. Entonces me di cuenta: en ese mismo instante era cuando el Apocalipsis Monicaco había comenzado y ganara quién ganara, el mundo, mi mundo perdía... pero yo no estaba dispuesto a permitirlo, vaya que no.
Activé los circuitos temporales (que estaban bastante tocados, pero que había podido arreglar con cinta de carrocero y un chicle de menta) y preparé mi salida de aquel continuo espacio-tiempo. Si podía retroceder en el tiempo e impedir la apertura del Culo del Infierno, detendría el ataque de los strudels y ni los TunOrgs ni los trípodes marcianos apoyarían el ataque de Pak-uit-oh y sus esgrimistas frikkoides jugadores de goh. Sería coser y cantar derrotarles entre nosotros 5 y el Apocalipsis Monicaco no tendría lugar.
Ya estaba preparando el salto cuando un nuevo golpe de calor proveniente de los trípodes marcianos cortocircuitó todo mi panel de control de vuelo, dejándome con la mayor de las caras de idiota jamás puesta...
Tan cerca y a la vez tan lejos.
¿Sería éste mi fin?