Querido diario:
Las lluvias tormentosas de anoche me han dejado un agradable sabor de boca (es lo que tiene cuando estás tomándote un whisky justo debajo de un canalón y la lluvia salpica)
Hoy ha amanecido un poco nublado, pero las buenas noticias no se hicieron esperar: he recibido por fin las piezas de repuesto que necesitaba para reparar mi máquina de desplazamiento temporal.
Después de tomar un opulento desayuno compuesto por un tazón de Choco-Trippies ("tu desayuno es todo un viaje") y su correspondiente Bloody Mary post-fin-de-semana-alcoholizado, me he puesto manos a la obra. He desmontado buena parte del condensador de fluzo y las tres válvulas del selenoide tricoaxial (made in China, of course) para poder acceder a la junta de la trócola que tenía que sustituir por la nueva. La verdad es que ha sido muy rápida la reparación y en media hora ya estaba sentado dentro de mi máquina de desplazamiento temporal haciendo las debidas comprobaciones para regresar a mi tiempo de origen en el bendido siglo XIX.
Pero parece que el Destino me ha querido jugar una nueva mala pasada y en cuanto he conectado la palanca de "Reverse" para comenzar mi viaje atrás en el tiempo ¡¡zas, otra vez el puñetero agujero de gusano!! Y eso que he respetado el Stop temporal que tenía delante para que no me diera ningún otro vehículo temporal al incorporarme a la autopista del tiempo. Pues nada, que el fucking wormhole de las narices me ha vuelto a embestir, sacandome de la corriente temporal y desplazándome hasta otro lugar...
Cuando he podido salir del vehículo temporal me encontraba en una enorme avenida repleta de cientos de personas vestidas con sus mejores galas (si es que se les puede llamar así), con centenares de collares de colores y vasos de plástico a rebosar de alcohol, moviendose cuales almas en pena al ritmo de una música chillona de trompetas y saxofones.
He podido preguntar a un tipo enorme (era más fácil saltarlo que rodearlo) vestido con un tutú rosa, una diadema con estrellitas y una varita mágica, el cual en un perfecto inglés de Albatera me ha eructado que estábamos en mitad de Bourbon Street, en Nueva Orleans, y a solo dos días del Mardi Grass...
Y aquí estoy ahora, atrapado en mitad de una fiesta carnavalesca, en una ciudad sureña de los Estados Unidos de Norteamérica del Norte, y sin saber cómo salir de aquí.
Empiezo a pensar que aquí hay gato encerrado, porque salgo de la sarten para caerme en el fuego...
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