Querido diario:
Una señal en mi radar crono-espacial me ha sacado de mi letargo de domingo, parece que hemos detectado algo interesante aunque no parece que tenga nada que ver con ninguno de mis compañeros perdidos. He llamado al puente de mando a MacArralu y a Bat-Pruna para que me ayudaran a comprobar la anomalía en los sensores y parece ser que algo extraño está sucediendo en un pequeño pueblecito francés, Royale-les-Eaux, en 1953. Detectamos algún tipo de energía crono-desplazable acumulada y eso no puede ser nada bueno para esta época (¿otro frente para la Guerra Fría Temporal de la que habla mi colega Daniels en el siglo XXII?) por lo que hemos decidido después de una reñida votación sacar a la TEMPRANIS de nuestra ruta hacia ninguna parte y materializarnos allí a ver de qué se trata.
Activamos el camuflaje para que nuestro vehículo espacio-temporal adoptara la forma de una cabina telefónica azul y nos adentramos en las calles de esta población. Por lo que nos pudimos enterar hablando con algunos de los habitantes de esta villa marítima se estaba celebrando en uno de los casinos más importantes de la zona una partida al bacarrá con pesos pesados, el favorito era un tipo apodado Le Chiffre, un genio de las matemáticas (y que trabajaba para el bando soviético lavando dinero negro) que tenía un pequeño problema con sus hábitos lúdicos y festivos: le gustaba apostar y ganar pero se jugaba el dinero de los demás... Seguimos indagando y gracias a los hechizos de escucha de MacArralu (que convocaba a unas orejas con alas de pájaro que se colaban en cualquier sitio) y a las habilidades de espía de Bat-Pruna nos enteramos de que había un plan en marcha para hacer caer en desgracia a este pardalot y que no le quedara más remedio que buscar protección frente a los asesinos de la KGB que le perseguirían si perdía los 25 millones de francos jugando, y allí estarían los servicios secretos británico y estadounidense para recogerle a él y a toda la información que aquella cabecita privilegiada guardaba sobre sus banqueros y jefes.
Nos vestimos con nuestras mejores galas para intentar entrar en la partida de bacarrá y tener una buena vista de contra quién se estaba enfrentando el tal Le Chiffre ya que suponíamos que habrían destinado al mejor jugador posible para derrotarle en tal magno combate de probabilidades. Mi smoking me apretaba un pelín de la sisa pero no entorpecía demasiado mis movimientos, y el traje de noche con escotazo que lucía MacArralu no dejaba nada a la imaginación. Por suerte, el traje de vestir que habíamos elegido para Bat-Pruna no le venía bien (le dejaban muy baja la cola y por ahí ella no pasaba) y prefirió quedarse fuera del casino a vigilar.
Como siempre, nuestra buenaventura estaba de vacaciones porque al entrar nos enteramos de boca del mismísmo crouppier (el tío que reparte las cartas en la mesa de juego) que la partida ya se había acabado y que el señor Le Chiffre se había ido un pelín mosqueado porque había perdido todo, hasta el reloj. Por lo que nos comentó otro de los camareros, Le Chiffre estaba maldiciendo en arameo y media docena de lenguas muertas más y habló con un par de bestias pardas que le hacían de guardaespaldas mientras señalaba al ganador, un inglés borrachuzo llamado Bond, nosequé Bond, que estaba con una jaca de toma pan y moja. Tanto el inglés como la jaca salieron a la calle entre las muestras de apoyo y enhorabuena del resto de los asistentes (que seguro les hacían la pelota a ver si el tipo éste se soltaba alguna ficha gorda a modo de propina y les arreglaba el mes). De mala gana salimos afuera y allí Bat-Pruna nos comentó que dos tíos muy grandes con cara de malas pulgas habían enganchado a una chavala muy bien arreglá y se la habían llevado a la fuerza a un coche y habían salido quemando ruedas. Un maromo vestido de smoking se subió a un cochazo y les persiguió a todo meter derrapando y saltándose los semáforos y los stops. Decidimos seguirles usando la tecnología de la TEMPRANIS que nos proveyó al instante de un vehículo de tracción mecánica y combustión interna. Recorrimos unos 5 kilómetros hasta que encontramos el vehículo destrozado del tal Bond y Bat-Pruna usó sus artilugios de investigación forense de su Bat-Prucinturón para llevarnos hacia otro coche que había recogido al conductor del primero y se lo había llevado hasta un pequeño almacén en los muelles de Royale-les-Eaux.
Llegamos en cosa de media hora y comprobamos que las puertas estaban abiertas y los dos gorilas del Le Chiffre estaban más secos que la mojama y en una de las habitaciónes encontramos al tal Le Chiffre muerto con un tiro en la frente y al tal Bond desnudo y atado de pies y manos en una silla de mimbre a la que le habían retirado el asiento para que el pobre desgraciado tuviera los cataplines colgando en ella y un atizador en el suelo cerca de él indicaba que me lo habían estado torturando al pobre, ya que estaba totalmente desvanecido. Saqué mi comunicador transcronal para contactar con la frecuencia de la policía y dar la dirección a las fuerzas del orden para que sacaran de allí al malherido agente británico. MacArralu me comentó que en otra habitación estaba la chica, que se llamaba Vesper Lynn, con muestras de haber sido también golpeada pero estaba en mejor forma que el hombre. Al oír las sirenas salimos de allí raudos y veloces y al encontrarnos con Bat-Pruna mi sensor crono-espacial de muñeca me indicó que aquélla era la localización de las emisiones de energía crono-desplazable acumuladas. Miramos a nuestro alrededor y nos dimos cuenta de que entre los matorrales estaban dos personas agazapadas. Les sorprendimos con la intención de darles una paliza si eran terroristas temporales, pero nuestra sorpresa fue encontrarnos a MacArralu y a un tipo calvo con gafas y con una libreta tomando apuntes. La MacArralu que tenía a mi lado miró a la MacArralu que teniamos delante. Antes de que se liara más la madeja decidí averiguar de qué iba aquello, sobre todo a ver que Bat-Pruna no atacaba a la otra MacArralu, sino que le hacía las mismas fiestas que a la MacArralu que tenía a mi lado. Esta nueva MacArralu nos pidió perdón por haberse entrometido en aquella línea temporal pero al regresar al año 2006 ella y yo (nuestros yos de una semana en el futuro) habríamos ido al cine a ver la nueva película de James Bond "007: Nunca Mueres el Mañana de Oro Jamás" en la que de nuevo Pierce Brosnan acababa definitivamente con la paciencia del respetable interpretando de nuevo al agente británico sin gracia. Así que al salir de la peli, decidieron contactar con el director de la nueva entrega, Martin Campbell (que ya dirigió Goldeneye) y comentarle que por esos derroteros no íbamos a ir a ninguna parte. Así que decidieron llevarle al pasado a que viera cómo era realmente James Bond y el mundo en el que se movía para después retroceder en el tiempo y que hiciera la película de James Bond más cojonuda desde los tiempos de Dr. No.
Visto lo visto, pues la verdad es que estaría bien... Nos despedimos de ellos y les dimos mucha suerte en el proyecto. Al preguntarle por el título de la película que rodaría en lugar de la que ahora estaba en nuestro 2006 sin alterar, nos dijo que pensaba llamarla "Nunca juegues jamás" o "El espía que casi me castró". Le dijimos que puliera un pelín el título y que fuera a los clásicos, que tomara como punto de partida algo conocido pero no demasiado...
Regresamos a la TEMPRANIS y pusimos rumbo de nuevo a lo desconocido con la sensación de que deberíamos ir al año 2006 y ver qué tal había quedado la peli y, si fuera necesario, retroceder de nuevo hasta 1953 para ayudar a un director a que cambiara de enfoque una saga muy vieja y desaprovechada en los últimos años...
Bueno, la cosa ha quedado tal que así y al final nos gusta más este resultado:
En primicia, los 6 primeros minutos del nuevo "Casino Royal"
Y el video musical del tema principal "You know my name" por Chris Cornell
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